07/12/2008

Espectáculos y sociales

REPORTAJES: Elida Baretta: La música como método de vida

Con 87 años es un ejemplo de vida, con una vitalidad admirable. Elida Baretta es una de las artistas de mayor renombre que tenemos en la ciudad de Tandil. Admirada por propios y extraños, supo ganarse un lugar a partir de sus conocimientos en la música, aunque en un primer momento alternó ese placer con la docencia que fue otra de sus grandes pasiones.
No se cansa de agradecer todo el cariño y afecto que le demuestran los vecinos o cada persona con la cual se encuentra en la calle o en algún espectáculo. Por su casa pasaron gran parte de los tandilenses, ya que en otros tiempos era un clásico mandar a los niños a música, siendo “Liri” una de las más elegidas.
Su carisma para trasmitir sus conocimientos y su tranquilidad para tratar de que el alumno pueda aprender cuando las cosas no salen, fue una constante en su vida en la enseñanza. Nunca se resignó y de su casa salieron las principales figuras de la música lugareña.
En su vocación por el bandoneón también tuvo algunos pasos siendo intérprete y compositora, luego como actriz, directora y dramaturga. Con una notable trayectoria, nada quedó sin concretar para esta señora entusiasta que vive por el barrio del club Ferrocarril Sud.
Hoy en día, sus jornadas son tan intensas como las primeras, aunque ella misma se encarga en reconocer que perdió parte del ritmo adquirido. Igualmente se hace el tiempo para dar clases de música en su casa y cada vez que puede se da una vuelta por el Hogar de Ancianos para alegrar a las personas de la tercera edad.
Elida Baretta es un cálido personaje que tiene Tandil y debería ser tomada como ejemplo para llegar a su edad con tanta vitalidad como la que tiene la artista serrana.
Con mucha amabilidad y gran predisposición, Liri aceptó la charla con La Voz para repasar parte de su trayectoria y también para contar algunas historias muy saludables.
Explicó que “mi historia ya la conoce toda la ciudad, aunque quizás se pueda conversar de otras cuestiones ligadas a mi carrera o a lo que hago actualmente. No quiero cansar con una trayectoria que es conocida”.
- ¿Es una agradecida de la música por todo lo que le ha dado?
- La verdad tengo que decir, gracias a la vida que me ha dado tanto. Empecé en 1938 con la enseñanza de la música y fui maestra rural pero después de casarme tuve que renunciar al magisterio. En aquellas épocas, las docentes podíamos venir a la ciudad una vez al mes y por ese motivo tuve que abandonar el cargo porque tenía una familia a la cual cuidar.
- Una vez que deja la docencia, ¿se dedica de lleno a la música?
- Claro, una vez que terminó ese proceso de mi vida me incliné totalmente a la música. Mucho tiempo estuve ligada a esta actividad, pero mis comienzos fueron con pequeños alumnos y colaborando con entidades benéficas. Tuve la posibilidad de formar a grandes talentos que brillaron en la ciudad y la zona.
- El trabajo lo realiza en su casa, ¿da mayor gusto tener la sala de ensayos en su vivienda y recibir allí a sus alumnos?
- Es algo muy lindo poder trabajar en casa ya que aquí recibo a mis alumnos y armo las obras que tenemos junto al resto de mis compañeros. Nos juntamos seis o siete personas para diagramar los distintos proyectos que tenemos.
- Toda su vida estuvo abocada a la música pero también se la vinculó con el teatro, ¿hay muchas diferencias entre esas dos vocaciones que usted tiene?
- Son dos cosas distintas que tienen muchas diferencias pero ambas me dan muchas alegrías. Con la música voy a todas partes donde me llaman, desde geriátricos, centros de salud y hogares de niños. Hace mucho tiempo que voy al Hogar de Ancianos para llevar mi música y es una satisfacción increíble la que tengo por esa situación. Mi amor por el teatro fue creciendo con el tiempo y es algo que a la gente le gusta.
- También tuvo un paso por el Centro de Jubilados, ¿cuál era su función en ese lugar?
- Lamentablemente en 1990 falleció mi esposo y sentí una gran angustia que hizo que me acercara al Centro de Jubilados. Ahí empecé a hacer pequeñas cosas de teatro y en un momento dado, José María Guimet me llamó para actuar en una obra que se llamaba “El casamiento de Chichilo”. El teatro lo arranqué a partir de esta situación y me fui animando a escribir algunas cosas para poder intervenir en los Juegos Bonaerenses.
- ¿Su vocación por la escritura se da de una manera muy particular?
- Es algo muy lindo que se dio a partir de hacer algo distinto y de tener otra motivación por algo distinto. Este año, por ejemplo, hicimos una obra para los Juegos Bonaerenses y ganamos en la etapa local y en la regional. En noviembre estuvimos en la final en Mar del Plata pero allí no ganamos nada aunque el premio fue llegar a esa final y compartir un gran momento con gente mayor.
- A lo largo de su trayectoria trabajó con personas que luego fueron figuras, ¿cómo fue la formación de Víctor Laplace?
- Los comienzos de Víctor Laplace fueron en el salón parroquial cuando tenía 15 años. Durante un buen tiempo trabajé junto a él, de quien guardo los mejores de los recuerdos. Con el tiempo se convirtió en una de las grandes figuras nacionales.
- Con 87 años, ¿cómo hace para tener una vida tan activa?
- Estoy por cumplir los 88 años y sigo haciendo muchas cosas, aunque tal vez no me encuentro con las mismas energías que antes pero igualmente intento continuar realizando todo lo que vengo haciendo, ya sea desde la música como también lo que tiene que ver con la escritura de algunas obras de teatro.

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