30/11/2008

Locales

PALPITAR COMUNAL: Nueva sintonía para los nuevos tiempos

Por Guillermo Liggerini
La casta política transitó la semana bajo la expectativa de lo que resultará la elección interna del Partido Justicialista, aunque tampoco pasaron desapercibidos los zigzagueantes movimientos que protagoniza el lunghismo al frente de una gestión que afrontará el desafío de pilotear en una anunciada crisis.
Con un llamativo vértigo, el gobierno comunal se metamorfosea a la hora de reacomodarse en el nuevo escenario político, el cual aparecen como nuevos usos y costumbres el despegue y la sistemática crítica para con el kirchnerismo.
En verdad, no le es propio al radicalismo que ayer soñaba con los elogios k y las fotos compartidas. El propio justicialismo, en el curso de la campaña, dice haber advertido cierto enfado sobre el papel emprendido en el segundo gobierno de los Kirchner. Al menos así lo sospechan aquellos que acompañan la candidatura del mutualista Raúl Escudero, quienes se han interesado en mostrarse independientes de todo (incluso de los fracasos pasados) y creen que ese disgusto militante se traducirá a su favor en las urnas de hoy.
Rubén Sentís, en cambio, sin tener un ápice de la piel patagónica se las ingenió para aglutinar a las voluntades que siguen sosteniendo sin tapujos al Gobierno nacional. Para algunos al actual presidente era el único mosaico posible para sostenerse con sus chances.
Factiblemente estas estrategias hoy tengan su certezas en las urnas, más allá que el resultado especialmente se regirá a partir de la campaña cuerpo a cuerpo que ambos candidatos hayan realizado puerta a puerta con cada uno de los potables votantes.

RELACIONES CAMBIANTES
Específicamente sobre el nuevo papel emprendido por el lunghismo, está claro que ahora se mueve con mayor naturalidad. Se han despojado de aquella acomodada imagen que los colocaba como los mejores aliados a los k y ahora se muestran sin sonrojarse en las antípodas.
Una pequeña revisión de la personalidad lunghista podría destacar el cíclico carácter que fue incorporando desde asumido al poder. Desde aquellos primeros pasos inseguros, que lo llevaban a lloriquear por los rincones ante el ninguneo felipista (cuando era gobernador) hasta el embelesamiento empalagoso que los llevó a ofrecer tijeras e imprimir frases kirchneristas en los estandartes de campaña. Hoy, tras la debacle pos campo, la tesitura redunda en aprovechar cualquier escenario para arremeter contra quienes hasta ayer resultaban el mejor reaseguro de sostener la sintonía ciudadana. De paso, se disimulan las propias debilidades.
La convocatoria de una mesa para monitorear la crisis, la contaminación del Langueyú y las demoras en la obra pública prometida, son la sal de este nuevo plato que prefieren degustar.
Sin autocrítica alguna. Nada acerca de no haber sido ellos los que convoquen a todos los sectores productivos por la crisis que viene. Si las fábricas despiden obreros, las aguas del arroyo están podridas, si la inseguridad acecha y las viviendas no alcanzan, la excusa es divisar la responsabilidad (que en verdad la hay) más allá de las fronteras serranas.
Así, uno y cada uno de los secretarios hasta llegar al propio Lunghi, arremetieron sin pausa para con las huestes kirchneristas.
Sino, pasen y lean: “vivimos en un país donde recién ahora se acepta la crisis (...) esta es una crisis de magnitud y son Nación y Provincia, como ámbitos superiores del estado, quienes deberán definir cuanto antes las estrategias a seguir, no se puede pretender que sea el municipio el que resuelva”. (Espondaburu dixit).
Luego fue el turno de Elichiribehety, afirmando que el estado nacional “cuando ejerce su rol patronal y no cumple con los pagos hace tanto o más daño como los privados”, acerca del parate en las obras del plan federal y los 80 obreros cesanteados. Y para cerrar, nada mejor que un Lunghi auténtico en la entrega de una tanda de las viviendas del plan federal: “la democracia es cumplir con la palabra, y al no cumplir, no cae bien” (..) Hoy el gobierno pide a las empresas que no despidan a la gente, esto parece una canción de María Elena Walsh: el mundo del revés”.
La misma canción serviría para graficar este nuevo vínculo. Sí, se trata del mismo intendente que en los meses electorales vitoreaba en la tribuna para elogiar exactamente lo contrario de los k. Hacía gala de su relación con el poder nacional y sus coincidencias en el terreno popular y progresista. Se subrayaba con énfasis sobre el cumplimiento de la palabra empeñada por obras tales como las cloacas y su réplica de la piedra movediza, entre otras tantas promesas.

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