12/11/2008

Policiales

Yeffal sumó nuevas acusaciones y el otro imputado quedó desligado

Ayer desde las 9, el juez Carlos Alberto Pocorena dispuso el reinicio del debate en el que se ventilan los últimos días de Rolando Sotes en los calabozos de la Seccional Segunda, especialmente se juzga la responsabilidad penal de los policías acusados de haberlo golpeado en el patio de la dependencia el 24 de enero de 2005.
Se trata del capitán Juan Andrés Yeffal y el oficial Reinaldo Fernández. Para el primero, la situación procesal se complicó aún más, teniendo en cuenta los nuevos testimonios que se sumaron en su contra. Para el segundo, en cambio, el curso de la audiencia permitió desligarlo del caso, especulándose que el propio ministerio público fiscal en el venidero alegato esgrimiría bajar la acusación en su contra.
Tal lo adelantado en la edición pasada, la mayor expectativa sobre la jornada de ayer se centraba en tres testigos. Dos reclusos y un policía que en los sucesos se encontraban en la dependencia y, a sus formas, coincidían en una declaración que incriminaba al en su momento titular de la Seccional, Juan Andrés Yeffal.
Así fue que puntualmente a las 9, con la presencia de las partes y los padres de Sotes como público, se reanudó el juicio con el testimonio de Juan Pedro Clapier, oriundo del conurbano bonaerense que, por aquellos días estaba detenido en uno de las celdas de la comisaría.

OTRO RELATO INCRIMINATORIO
El ex recluso con naturalidad reseñó haberse relacionado con Sotes en aquellos días de detención, recordándolo como un joven que se había “comido un garrón” (estar preso sin razón presunta). Que se lo notaba muy nervioso, alterado, que constantemente pedía por su medicación.
De su relato se desprendió que desde el pasa plato él pudo seguir la secuencia de los hechos. Léase cuando Sotes estaba en el patio a los gritos y apareció la policía para reprimirlo.
En coincidencia con los anteriores testimonios de sus compañeros de calabozo, detalló sobre la irrupción de los efectivos del cuerpo de Infantería, quienes lograron controlar a Sotes con los escudos acrílicos hasta tirarlo al piso y esposarlo. Una vez en el piso, aseveró ver cómo se aproximó el comisario Yeffal y le propinó un par de puntapiés.
Al ser indagado por los abogados, el deponente insistió sobre los golpes, sin dejar de mencionar que a su entender ya no eran necesarios esos golpes, siendo que Sotes había sido inmovilizado por los anteriores policías.
A propósito de su impresión para con Yeffal, el hombre admitió haber mantenido cierto fastidio contra el uniformado porque no lo dejaba ver a sus hijas sin las rejas de por medio, aunque aclaró que eso no resultó motivo para acusarlo de semejante delito.
Con respecto a Fernández, resultaba importante la declaración de este testigo, siendo que en la instrucción penal preparatoria había nombrado a otro policía con igual apellido como partícipe de las presuntas vejaciones. Más precisamente había dicho que otro policía que no lograba recordar en su contextura física tenía puesto un guante y le tocó las nalgas con modales con más intenciones de mofarse del joven que de una rutinaria requisa.
Más allá de la insistencia del fiscal como del defensor, Clapier en ningún momento dijo reconocer al policía Fernández como aquel hombre que protagonizó los presuntos vejámenes. Que en su momento por comentarios deslizó el apellido, pero que no le constaba que el hombre que estaba a metros suyo en la audiencia fuera aquel que portaba el guante.
Así las cosas, el único testimonio que quedaba en pos de esclarecer qué influencia y/o rol había tenido el policía Fernández en los hechos ventilados quedó descartado, presumiéndose que resultará absuelto de las acusaciones que pesaron en su contra.

EL POLICIA QUE HABLO
Tras los dichos del ex detenido, llegó el turno del testimonio tal vez más esperado, siendo que se trataba de un uniformado que en su declaración en la IPP coincidía en la versión que incriminaba al capitán.
Más precisamente fue el tiempo del oficial Omar Gallardo, quien por aquellos días cumplía funciones como oficial de servicio en la dependencia de avenida Colón.
Primeramente el policía respondió sobre los presuntos enconos que había tenido con su superior y hoy sentado en la silla de los acusados. Específicamente se lo indagó sobre sus diferencias con el comisario a la hora de trabajar durante los meses que estuvo en la comisaría, siendo que había sido sancionado en varias oportunidades por situaciones diversas.
A saber, el efectivo reconoció las sanciones a propósito de sus recurrentes retrasos a la hora de ponerse en funciones, como así varias carpetas médicas presentadas por un problema de salud. Sin embargo, afirmó que las sanciones en cuestión resultaron justas, y que no merecían una ánimo de revancha o reproche para con Yeffal.
Sobre su reseña en cuanto a los hechos debatidos en el juicio, en efecto, Gallardo recordó pormenorizadamente cómo se registraron los sucesos. Dejó en claro cuál había la situación virulenta por la cual estaba sujeta Sotes, para luego ser inmovilizado en el suelo, esposado por los efectivos de Infantería hasta que llega el comisario, quien le propinó dos patadas cortitas contra la humanidad del irascible muchacho.
“No eran necesarias esas patadas”, reconoció el uniformado para terminar de complicar aún más la situación de un capitán que a la altura de los acontecimientos aguardaba por aquellos comparendos que referían a su buen concepto.
El defensor Araujo intentó imprimirle al interrogatorio más vehemencia cuando indagó sobre la gravedad del hecho que dijo ver y preguntó por qué lo decía ahora y no cuando ocurrió el hecho, siendo que era su deber, lo que mereció objeciones por parte de los abogados del particular damnificado. Empero Gallardo dejó entrever que en aquellos días entendió que los puntapiés no habían revestido gravedad y que tampoco lo había constado en el sumario porque se trataba de un superior de la dependencia donde él trabajaba.
Independientemente de las interpretaciones de por qué Gallardo calló hasta que se abriera el expediente en cuestión, quedó en claro que su declaración perjudicó y mucho la situación procesal del aquel entonces superior, considerando así para la parte acusatoria que todo había cerrado en pos de un alegato en su contra.
Ante la ausencia de dos testigos convocados, el juez Pocorena dispuso un nuevo cuarto intermedio hasta mañana a las 9, tiempo en que ambos citados deberían atestiguar, para luego sí conocer los alegatos de las partes a la espera del veredicto.

Palabra policial
Ya por la tarde, se retomaron los testimonios de aquellos uniformados que estuvieron por aquellas horas en la comisaría como así también otros efectivos de otras dependencias que subrayaron el buen concepto que tenían para con Yeffal.
Consecuentemente con lo que había ocurrido con los efectivos deponentes menos Gallardo, dijeron no haber formado parte y desconocer sobre los hechos que formaban parte del debate en cuestión, para luego ratificar la favorable imagen que tenían para con quien había resultado su jefe. Es más, varios de ellos reseñaron que formaron parte de academias de la fuerza en las que el propio Yeffal daba clases sobre cómo tratar a los detenidos.
Algunos de los efectivos refirió sí al mal concepto que tenían de Gallardo, a propósito de sus reiteradas ausencias o retrasos para cumplir con sus funciones.
“Yeffal no es capaz de pegarle ni a un muñeco”, graficó uno de los policías que en resumidas cuentas sintetizaba el espíritu de todos aquellos policías que desfilaron a lo largo de la segunda audiencia.

Apremios
Si bien resta conocer los argumentos de los alegatos de las partes, por la imputación que ahora sólo recae en el capitán Yeffal, vale subrayar que se trata de apremios ilegales, cuya expectativa de pena habla de un máximo de cinco años.
Más precisamente en uno de los artículos del Código Penal se alude a que “será reprimido con prisión o reclusión de uno a cinco años e inhabilitación especial por doble tiempo aquel funcionario público que impusiere a los presos que guarde, severidades, vejaciones, o apremios ilegales”.

COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO

Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.

Día del Trabajador y la Trabajadora

"Basta de despidos": el 1 de mayo festival artístico y callerolazo de "Tandil Resiste"

26/04/2024

Luego del éxito de la marcha universitaria, la asamblea vuelve a manifestarse contra la Ley Bases. leer mas

Subscribite para recibir todas nuestras novedades

data fiscal  © 2024 | La Voz de Tandil | Florencio Aldrey