En agosto de 2003, quebró la ex-Inpopar S.A.. Los operarios estaban de vacaciones, pero venían previendo el inminente derrumbe. Ya eran tiempos de convocatoria de acreedores. Y en plena incertidumbre por el futuro, se plantearon formar la cooperativa. No fue fácil, debieron sortear los escollos legales.
El espejo de Zanon y el conurbano bonaerense, donde había una afianzada conciencia sobre recuperación de empresas a manos de los trabajadores, empezó a abrir un surco en nuestra ciudad con la fábrica de calefactores.
“Al mazazo de enterarte que te quedaste sin trabajo porque quebró la empresa, se agregó todo lo que vino: los papeles, la asamblea de socios, el impacto en cada familia”, recordó en la víspera Marcelo Luján, presidente de la cooperativa.
“Esta es una fábrica recuperada”, sentenció el entrevistado a LA VOZ. Aunque reconoce que el crecimiento institucional y de comercialización experimentado en este lustro aún tiene un eslabón por cumplir: comprar el inmueble y las máquinas del Parque Industrial, que todavía le alquilan a la quiebra.
Hacerse de los medios de producción constituye el objetivo inmediato de los socios, comentó.
“Con un proyecto serio se puede salir adelante, pero hay que tener en claro que uno es artífice de sus propios logros, y no esperar que ni el Estado ni nadie te venga a ayudar”, esgrimió.
En la fábrica se hace una asamblea mensual, donde se muestra hasta el último centavo que ingresa y egresa. “Es fundamental que las cosas estén claras, lo peor es que algunos pocos se aburguesen en un puesto, creyéndose en un escalón superior al resto”, analizó el titular de Impopar.
El sacrificio de los socios se cristaliza en la inversión, con peculio personal, para el crecimiento del emprendimiento.
Además de los calefactores, elaboran cocinas y termotanques, pero en menor medida y a pedido.
Posteriormente, se refirió a la coyuntura nacional: los avatares de la inflación y la suba de los insumos, “lamentablemente, lo trasladamos al precio del producto. Desde enero a julio, los calefactores subieron un 10 por ciento, pero otras empresas incrementaron hasta un 30 por ciento”, alegó.

ORGANIZACIÓN
La organización de una cooperativa resulta un aspecto central en la rentabilidad del negocio. Las decisiones se toman por asamblea y existe un consejo de Administración, a cargo de la gestión. Los 32 socios que actualmente tiene Impopar ostentan el mismo poder, y todos “laburan” en la planta. Además, contrataron 16 operarios en carácter de empleados.
El dato estadístico da cuenta de un aumento exponencial en materia de producción de calefactores con marca propia, Impopar. “Venimos creciendo un 100 por ciento anual. El primer año se vendieron 712 unidades, y en 2007, totalizamos 9.500 equipos”, puntualizó Luján. Las claves de esa curva ascendente son –añadió- “la marca, que es fuerte en el mercado y la calidad del producto, bajo normas IRAM, que te da la matrícula y sigue el proceso de producción, desde los proveedores hasta la atención al cliente”.
Hasta el momento no exportan, y se afianzan en el mercado interno: provincia de Buenos Aires, de Bahía Blanca hasta Ushuaia, Santa Fé y Córdoba.
Aclaró después que ya no reciben subsidios estatales, en tanto los últimos datan de 2004, del Ministerio de Producción bonaerense, y Asuntos Agrarios, cuando estaba bajo órbita del tandilense Indalecio Oroquieta. Más tarde, en 2006, obtuvieron un desembolso de 200.000 pesos del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.
En el primer semestre de 2008, “ya vendimos lo mismo que todo el año pasado. Nos quedan seis meses para subir esa cifra”, explicó el presidente de la cooperativa, sin soslayar que el conflicto del campo mermó un 50 por ciento las ventas calculadas con anterioridad.
“Ahora estamos haciendo la pretemporada: a medida que creces podes financiar la materia prima y tener una espalda más fuerte, desde agosto a diciembre, cuando al irse el frío se vende de otra forma, con más plazos y bonificaciones”, culminó.