14/07/2008

Locales

Ninguna pista y muchos interrogantes por audaz atraco en el Club Unidos

Tal lo anticipado en la edición de ayer, en un hecho que habría estado planificado a la perfección, un grupo comando irrumpió el sábado por la tarde a la sede del Club Unidos de Tandil, en avenida Machado al 1000, donde despojó de valores aún incalculables a los circunstanciales parroquianos (unos 40).
A casi 48 horas del especular suceso policial, pocas o nulas precisiones cuentan los investigadores. Más allá del detalle de aquellos que prestaron declaración. Dentro de los interrogantes también está el curioso accionar policial, quienes ante el llamado de auxilio acudió a otro sitio en vez del lugar donde aconteció el singular ilícito.
“Actuaron a cara descubierta, no son de acá”, soltó como parte del folclore uno de los uniformados acerca de cómo se sucedieron los graves sucesos a plena luz del día, en un club donde los juegos de mesa forma parte de lo cotidiano.
Recién hoy, con las autoridades pertinentes en sus respectivas dependencias podrá encontrarse alguna precisión, no sin antes promover la cuarentena de testimonios de los que resultaron víctimas del espectacular robo.

LA INTERVENCION POLICIAL
Como se detalló en la edición dominical, en momentos que los ladrones tenían a su merced a las víctimas, alguien desde el exterior observó algo raro en las instalaciones del club.
Oscar Villalba, integrante de la comisión directiva de la entidad donde se produjo el atraco, al notar el ilícito llamó a la policía, dando a conocer la ingrata novedad.
Lo cierto es que el móvil o los móviles que debían acudir al desesperado llamado en lugar de dirigirse a la avenida Machado 1069, donde funciona el Club Unidos de Tandil, concurrieron a la sede del Club Ferrocarril Sud, en avenida Colón y Arana.
Consultados ayer las autoridades policiales sobre el contratiempo de los uniformados de Infantería (la dependencia funciona a la vuelta del Club), prefirieron guardar cautela hasta una notificación oficial del superior que ayer no se encontraba en la dependencia.
Según especularon los parroquianos, la equivocación de los policías habría jugado de manera favorable para el grupo de malvivientes que partió raudamente en un vehículo tipo Renault Megane, de acuerdo al testimonio brindado por una de las víctimas a este medio.

MAS INTERROGANTES
Sobre el paradero de los malhechores como el monto del botín también forman parte del inventario de interrogantes a resolver por la pesquisa.
Las víctimas ayer consultadas no dejaron de señalar el “profesionalismo” de los delincuentes, que habrían contado con un trabajo de inteligencia previa. En cuanto al monto de lo robado, sólo quedará reservado para los damnificados, quienes solo atinaron a esclarecer que muchos contaban con dinero en efectivo, pero además sufrieron la pérdida de joyas varias.
Cabe mencionar que, algunas de las víctimas habían notado la extraña presencia en los días previos de “clientes”, quienes observaban con detenimiento cada uno de los movimientos. Hace tres o cuatro días, sostuvo el interlocutor de LA VOZ “vinieron dos tipos y se tomaron unos whiskys, mientras que después otros dos personas ajenas al club ingresaron a tomar café, con la misma actitud”.

“Actuaron con una tranquilidad pasmosa”
“Me nombraban por el apodo, y me dijeron tirate al piso, dame la plata, a lo que les dije que acá solo vendemos café, es muy difícil juntar mucha plata en la cantina”, intenta recordar Walter “el Chino” Carrozi, cantinero del club que encierra muchísimas historias, pero de la intensidad del sábado pocas.
Sin salir del estupor que le tocó en suerte vivir apenas horas, Walter habló con LA VOZ sobre lo ocurrido. En medio de café y café entre los clientes que entretejían sus propias apreciaciones sobre esta media docena de sujetos que con total tranquilidad y notando un conocimiento acabado sobre el lugar y sus ocupantes, “trabajaron” para llegar a su cometido.
“Fue allí –sigue relatando- , cuando los dos que estaban cerca de mí, nos pidieron que sacáramos todo lo que tuviéramos y lo dejáramos arriba del mostrador, y por lo que comentaron los demás, en todos los sectores del club pasó lo mismo”.
“Ya un sábado anterior sé que un par de los que ahora vinieron estuvieron. Yo los atendí, pidieron un par de wiskys. El miércoles, estuve de franco pero mi compañero mi dijo que también estuvieron, tomaron algo, observaron y se fueron”.
“Ayer –por el sábado- uno mi hizo servir un wisky y cuando me doy vuelta uno se mete en la barra y me apunta. Me hace tirar al piso y me pide toda la plata. Yo le digo que no tenía mucho, empieza a revolver y luego me dice que me quede tirado. Ahí empiezo a escuchar el grito de todos los presentes. Una vez que me hacen levantar me pone con el resto sobre la pared, incluso a los que estaban jugando en los reservados”, recuerda.
El chino destaca que los malhechores “actuaron con una tranquilidad pasmosa, se ve que lo vienen haciendo hace tiempo. No le pegaron a nadie, se llevaron dinero, llaves de auto, celulares, anillos, relojes, cadenas, en fin de todo”.
Walter termina su relato y vuelve a sus menesteres detrás de la barra. Allí escuchará el relato de varios que como él vivieron una tarde por demás delicada.
Los parroquianos insisten en el conocimiento que los sujetos tenían. Supieron intimidar especialmente a aquellos hombres que suelen contar con dinero y se los llamaba con sus respectivos nombres, quienes fueron retirados a un reducto distante al resto, a quienes le habrían llevado mucho dinero y una cuantas joyas.

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