Varios centenares de adolescente se convocaron ayer a la mañana en el Calvario para participar del tradicional Vía Crucis de la Juventud, donde los chicos ratificaron su amor por Cristo al recorrer cada una de las estaciones desde la Gruta de Lurdes hasta la Cruz.
Con cánticos católicos, guitarra y una alegría que también propinó la jornada de cielo completamente despejado, una amplia masa de adolescentes se concentró en la avenida Monseñor de Andrea poco después de las 9, donde de a tandas fueron caminando y orando por las escalinatas del monte.
Bajo la organización del padre Marcos Picaroni, de la Parroquia del Santísimo Sacramento, los creyentes de edades que rondan entre los 12 y los 17 años, se llamaron a la rexlexión como en cada Semana Santa, aunque se vio a mayores de edad, algunos turistas, sumarse a las filas que rezaron frente a las esculturas.
La caminata se prolongó casi hasta las 11, cuando todos los congregados llegaron a lo más alto del cerro. Mientras los grupos avanzaban en las estaciones, dos sacerdotes tomaron confesión a los fieles.

“Tenemos esperanza”
Consultado por LA VOZ, el padre José Luis Keli, de la Diócesis de Azul, brindó una reflexión religiosa al recordar que en la Semana Santa “nos retrotraemos a lo que Jesús hizo para salvarnos, y en el espíritu de fé, acompañarlo de cerca en el Vía Crucis, por eso los jóvenes hicieron su actividad hoy (por ayer)”.
Rememoró el momento en que Dios “instituyó la Eucaristía y el Jueves Santo reunió a los apóstoles en la última cena, que se celebrará en la noche, en tanto hoy recordaremos que entregó su vida y el mandamiento del amor, mientras luego se alude a la resurrección”.
Frente a la Cruz del Calvario, el sacerdote se mostró optimista por la presencia masiva de adolescentes en su acto litúrgico, porque “es una experiencia que se renueva año a año, multitud que nos invita a tener esperanza y reconocer que un gran número de jóvenes tiene un sentido de fe y lo expresan, estos días, acompañando a Cristo en el camino de la entrega”.
Sobre el problema social que implican las muertes y heridos por accidentes de tránsito, sobre todo en períodos de tanto movimiento turístico, el cura agregó que “nos duelen siempre las tragedias, y más sabiendo sospechando que son evitables. Muchas veces afecta la imprudencia humana. Por eso es necesario pensar en la responsabilidad de cada uno, porque de ello depende la propia vida, pero también la de los demás”, dijo para llamar a los cuidados de los viajeros.