31/03/2009

Locales

RINCON TRADICIONALISTA: Los estribos

Por Ernesto Sanginetto
Hoy hablaré de un elemento fundamental del recado como son los estribos no solo por permitir un mejor y más sostenido a la vez que descansado equilibrio en el manejo del caballo, sino también por la inmensa variedad de modelos y estilos que se usaron en todo el territorio del país. Desde el más primitivo botón pampa hasta los más lujosos braseros, mesopotámico de arco porteño, de argolla chaqueños, capachos cordilleranos, etc.
En lo que respecta a los creados en el país por el indígena o el gaucho primitivo, se encuentran los que se confeccionaban con un pequeño palito de tala o cualquier madera dura que unido a la estribera permitía estribar entre los dedos puesto que los mismos montaban descalzos o con bota de potro de medio pie (o sea con los dedos al descubierto o “de ‘juera”, como se decía antaño), ese palito también era reemplazado por un botón de guasca confeccionado de tal forma que permitía el apoyo de todo el pie en él.
Entre los demás modelos como es obvio de origen europeo en sus formas, pues fue su influencia la que más caló en los estilos criollos o rioplatenses se encuentran los braseros o de campana llamados así puesto que colocándolos invertidos se asemejan a aquellas, dejando de lado la creencia de que se los llamaba braseros porque se podía colocar en su interior una brasa para calentar el pie del jinete, no quisiera ni pensar el destino del mismo si tocaba con estos la panza del caballo. Se cree que la denominación de braseros es por tener estos cierta similitud con el mismo al invertirlos. Todos estos modelos se confeccionaban en hierro, bronce o plata y llevaban finos trabajos de orfebrería lo que marcaba notablemente la influencia mesopotámica, sobre todo brasileña y uruguaya que se caracteriza por recargar más lo grabados que los porteños.
El porteño utilizó el asta de carnero para confeccionarlos calentando esta e hirviéndola hasta que ya blanda se moldeaba sobre un molde de madera para darle forma de corazón o de arco el cual se fijaba a una pisada de madera dura a la cual se solía ornamentar con tachas de bronce, los de chalay que se confeccionaban en suela y madera, se ribeteaban en tiento con un dibujo especial sobre el arco.
Todos estos modelos tal cual los de hoy eran de entrada más ancha que los antiguos de arco o de piquería, de hierro fundido que permitían la pronta salida de las puntiagudas botas de la época o las de potro ante las frecuentes rodadas debidas a las vizcacheras o cuevas de tucu- tucu facilitando al jinete “echar una parada” o sea abrir sus piernas en el momento de la rodada y salir parado con el cabresto en la mano y sin perder su montado, arte en el cual el gaucho jamás fue igualado.
La influencia de los jinetes entrerrianos y correntinos que llegaban a Buenos Aires con hacienda a principios del siglo XX hizo que muchos hombres de a caballo copiaran los estribos que estos usaban de hierro, de gran tamaño y entrada de todo el pie en los mismos, en algunos casos al montar “en pata” pisaban en forma longitudinal a al pisada y apresan entre los dedos el arco del estribo cosa que he visto hacer en Tandil por Héctor Medina, correntino él en oportunidad de amansar un potro de mi propiedad, lo que hizo con gran maestría y conocimiento. Los hubo de madera con forma de triangulo generalmente confeccionados en la provincia de Córdoba otros de madera de grandes dimensiones en los cascos cuyanos (trompa de chancho) estribo sandalia que eran metálicos y articulados para ser colocados en las monturas de amazonas puesto que estas llevan solo uno del lado de montar al no enhorquetarse en ella sino sentarse de costado en la misma. Hoy tenemos una inmensa variedad de modelos gracias a la industria talabarteril que nos ofrece uno para cada gusto, suela, hierro, plata nos son ofrecidos por los artesanos, desde el más sencillo chaqueño retobado en cuero hasta el más lujoso de arco porteño para lucirlo en algún lomillo en lo0s desfiles o jura de recados, pero todos ellos con un solo fin prestar un servicio al jinete que los usa tanto en la tarea campera más sencilla como en una prueba de riendas o una parada de desfile.
En la foto que acompaña la nota vemos un antiguo par de estribos medios braseros presentados con cañas gayoneadas, obra realizada en plata pura con cuño de la antigua Casa Scasany.
Fe de erratas
En la nota que amablemente me realizara LA VOZ el domingo último, medio periodístico, en el cual publico los martes en contratapa la columna “Rincón tradicionalista” aparecen algunos errores de impresión o interpretación involuntarios, los que trataré de aclarar para lograr el verdadero significado de los conceptos por mí expresados.
Mi nombre pila es Ernesto no Eduardo.
En nuestra historia ecuestre no hubo una revolución sino una evolución. De mis caídas mucho no aprendí, pero creo firmemente que no se cae aquel que no se sube. Los dueños de caballos de carrera no pagan “impuestos” por tenerlos, si tienen que afrontar un gran costo de pensión y mantenimiento.
Carlos Montefusco no es un lustrador, sino pintor costumbrista, y uno de los mejores del país.
Considero al argentino poco nacionalista por preferir siempre el producto importado (no internacional, al nacional), costumbre que traemos desde la época de la colonia.
No solo Lobería supera la convocatoria litúrgica de la Semana Santa en Tandil, desde el punto de vista turístico (ese fue el sentido de la respuesta), sino también Coronel Vidal, Navarro, General Madariaga, etc., con más de treinta mil personas a diario en las calles visitando, conociendo y consumiendo durante los festejos.
Declarar enfáticamente que Don Carlos Aristegui con el enorme respeto que me merece fuera mejor jinete que Jorge Raúl su hijo, el más grande montador de la historia de la jineteada en nuestro país, sería un absurdo total, Don Carlos fue un grande en su tiempo pero no llegó a tener la proyección de Jorge el que se desempeña en un medio más desarrollado como es la jineteada en la actualidad y la idea de rescatar a los personajes que representaron la tradición gaucha por su labor y respeto a la misma en los campos de la zona del Tandil son el verdadero sentido de mis reportajes que no son del último tiempo sino de todos los tiempos.
Buenos amigos los saludo y hasta la próxima.

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