21/06/2008

Locales

La Unicen sostiene que la Educación Superior es un derecho humano y un deber del Estado

Al cumplirse 90 años de la Reforma Universitaria, la Unicén emitió un documento en dónde sostiene que “en la actualidad es muy común que se hable con frecuencia de “la universidad social”. La definición remite al desafío que día a día nos impone una comunidad que, con justicia, porque la sostiene, es cada vez más demandante. Pero si nos remontamos 90 años atrás, especialmente a junio de 1918, podremos ver que el concepto intrínseco de una universidad impregnada de una filosofía socializante, es decir abierta hacia los pueblos y profundamente democrática en sus propias entrañas, había comenzado a gestarse”.
La institución educativa, indicó: “¿Qué otro análisis pueden merecer consignas como libertad y periodicidad de cátedra, participación estudiantil en el gobierno universitario, impulso a la investigación y modernización de la enseñanza? Sin duda que formaron parte de un cuerpo de ideas que fijó como una de sus principales prioridades una nueva relación entre universidad y sociedad”.
Agregó también que “nuestros jóvenes, allá en la ciudad de Córdoba, por vez primera en forma tan impulsiva como valiente, empezaban de esta manera a transponer la idea de “la universidad isla” que logró reinstalarse en los años oscuros cuando los golpes no sólo dolieron a la República sino a las instituciones educativas con una especial y premeditada carga de violencia. La visión de exceder las reivindicaciones universitarias para empezar a hablar de una apertura social que acabara con el elitismo que entraba en colisión con la esencia de una universidad pública que permitía el acceso de unos pocos, comenzó con ese manifiesto liminar de 1918”.
Para la Casa de Altos Estudios, “el escenario inmóvil que ofrecían estas casas de estudios para sectores que no representaban los intereses populares, tuvo en la Reforma, más que una resistencia, una nueva e inclaudicable bandera en el terreno del saber, pero de un saber para todos. No en vano el ideario reformista ya forma parte de la tradición de la universidad pública argentina y por eso esta Universidad adhiere a los actos que la reivindican con la seguridad que van más allá del recuerdo, van de la mano de los postulados retomados con la vuelta de la democracia en 1983. Hoy sus principios integran un patrimonio común a la comunidad universitaria, independientemente de las adhesiones partidarias de sus integrantes”.
Por ello, aseveró que “así concebida, la Reforma es el aliciente de este nuevo siglo, es la dimensión de su perpetuidad la que nos pone a cada hora, en cada instante, de frente y al lado de la comunidad.
“Por supuesto que los tiempos han cambiado -le sumaron desde la Universidad- y ello obliga a reformulaciones que no quiebren la génesis reformista. Resulta pues oportuno expresar lo que acaba de establecer precisamente hace unos días la Conferencia Regional de Educación Superior de América Latina y el Caribe (CRES) y que define a la Educación Superior como un bien público social, un derecho humano y universal y un deber del Estado. Ésta es la base para el papel estratégico que debe jugar en los procesos de desarrollo sustentable de los países de la región. Porque tampoco pueden olvidarse cómo estos postulados de autonomía universitaria impactaron en toda América Latina”.
Con el acompañamiento de todo su Consejo Superior, se ratificó desde su Rectorado que las “Ideas-fuerza para la consolidación, expansión y creciente calidad y pertinencia constituyen orientaciones fundamentales en materia de autonomía universitaria, cogobierno, acceso universal y compromiso con la sociedad. El objetivo en esta celebración es entonces configurar un escenario que permita articular, de forma creativa, políticas que refuercen el compromiso social y la autonomía de las instituciones, políticas que deben apuntar al horizonte de una Educación Superior para todos, produciendo y transfiriendo conocimientos”.
Y culminaron sosteniendo que “el principal legado que nos confiere la Reforma Universitaria es que todo lo que aquí hagamos debe basarse inexorablemente en la capacidad reflexiva, rigurosa y crítica de la comunidad universitaria en su conjunto. Por eso que, retomando la lectura de aquel inmortal Manifiesto, noventa años después, es ineludible revalorizar los valores públicos que fundamentan la autonomía como un derecho y una condición necesaria para fortalecer una participación tan pregonada”.

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