Dominó casi todo el primer tiempo. Desde el principio, hasta el minuto 40, el escenario del Defensores del Chacho fue para los actores millonarios. El conjunto de Martín Demichelis tuvo más de media docena de jugadas claras de gol. Y el arquero local Rodrigo Morínigo resultó la gran figura de ese primer capítulo. Fue, en ese lapso de tiempo, que River coqueteó con el primer gol con sucesivas llegadas. Incluso el bueno de Miguel Borja convirtió el suyo, pero el VAR se lo sacó (con razón según el polémico reglamento) porque el colombiano tenía un pie adelantado.

Después estuvieron a punto de gritarlo Rodrigo Aliendro, Marcelo Hererra y Enzo Díaz. Todos sucesivamente castigaron el arco del local. Pero siempre ganó Morínigo, hasta que... se hizo justicia. Aliendro la tiró al medio en uno de los tantos ataques del visitante y Pablo Solari, de lo mejor de River, la empujó al gol tirándose hacia adelante, libre de marcas. El 1-0 era más que justo. Pero el fútbol no entiende de merecimientos. Y Libertad se lo empató en dos minutos. Llegó una vez y fue córner. De ese tiro de esquina llegó el cabezazo letal de Matías Espinoza y, de manera increíble, los cinco minutos finales fueron con absoluto dominio del local.

El complemento fue más parejo. River ya no tuvo el control pero tampoco sufrió demasiado con Libertad. Demichelis movió el tablero. Como acostumbra, cambió todo le mediocampo. Pero el que modificó la ecuación fue Franco Mastantuono. El pibe hizo un golazo casi sobre el final, cuando el empate parecía el único camino. El resto estuvo de más. River se aferró al triunfo. Una victoria que necesitaba más que nunca.