12/07/2009

Locales

La pandemia de la improvisación

Por Guillermo Liggerini

Las guardias abarrotadas de pacientes con cuadros gripales. Las autoridades médicas minimizan el panorama. Aducen a un escenario similar al de años anteriores. Los estados gripales normales para la estación del año, se excusan. Apenas horas de aquella definición, incorporan personal adicional para atender la mayor demanda. Lunghi deja de trabajar de intendente para volver a ejercer de pediatra. Acusa a algunos médicos de trabajar a reglamento. Los médicos retrucan enfurecidos en formato de solicitada.
Las urnas le dan un sopapo a las modales kirchneristas. Acá, se sigue apostando por un lunghismo consolidado, con el aditamento de sortear al mito de Auza con un candidato "muleto".
Terminadas las elecciones no hubo tiempo de lecturas.
El gobierno comunal declara la emergencia sanitaria en medio de indefiniciones en Provincia y Nación, sin reacción por aquel cachetazo electoral. Lunghi retoma sus críticas para con el poder central por la falta de decisiones por la epidemia. El día previo, con fiebre y un cuadro gripal, "un principio de neumonía" (no hay principio, tiene o no tiene neumonía), se confunde en abrazos y besos por el esperado triunfo festejado en un copado comité de calle Mitre.
Hay que cuidarse, aislarse. Los pibes no van a la escuela. Usar barbijo, guantes, alcohol en gel. Cien mil infectados en el país, después apenas unos miles. Parte diario con la contabilización de muertos. El conteo empieza tras el resultado electoral. Antes nada.
Aumentos exorbitantes del valor de los barbijos. No se consigue alcohol en gel. Microemprendedores empiezan a fabricar ante la gran demanda a precios accesibles. No alcanzan. Ahora no sirven. Ni barbijos ni alcohol en gel. Agua y jabón, con eso alcanza. Es más, el barbijo ahora puede ser potencial contaminante.
Siguen las muertes, en Tandil se elevan a ocho, pero siguen presentándose como cuadros de neumonía. En el país, de aquellos millones, apenas 82 son confirmados el deceso por gripe A. Ante la falta de diagnósticos, los hisopados no llegan, el Malbrán desbordado. Hay que medicar a todos los cuadros gripales con posibilidad de influenza por igual. Los pacientes ambulatorios tendrán su medicación. Llega el tratamiento, pero los medicamentos apenas alcanzan para atender a los internados.
No entrar en pánico. Aislarse, cerrar el pueblo, no cerrar tanto. La responsabilidad es de cada individuo y empresarial. No hace falta cerrar todo, sólo cuidarse de las aglomeraciones. Definición del torneo de fútbol nacional, miles de almas bajo la lluvia abarrotadas en la popular. En los bares locales, otro tanto. Colectivos y subtes argentinos viajan como ganado. En Capital todo sigue igual, en provincia se restringen las actividades. En Tandil se hace lo propio. Queda a criterio de cada intendente.
Hay que cerrar los boliches. Bolicheros "generosos" se suman a la campaña de aislamiento. Algunos pocos no. Otros organizan viajes a bailes en la zona. Los perjuicios económicos por sobre los riesgos sanitarios. El Tandil turístico se queja. Cerrar el pueblo resulta mala publicidad. Igual llegan los turistas. La ciudad como destino de desintoxicación. Qué mejor aislamiento que alojarse en una cabaña fuera de la fiebre porteña. La pandemia está entre nosotros, florecen las miserias. Lo bueno y lo malo de cada uno como ciudadano surge sin filtros. La confusión acompaña un proceso de emergencia sanitaria y económica, pero también política, ante una improvisación que causa pavor.

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