Por Guillermo Liggerini
Radicales y peronistas han comenzado a desandar sus tácticas y estrategias de cara al complejo escenario que presenta el año que comienza, con la crisis empezando a causar estragos y los comicios legislativos a la vuelta de la esquina.
Mayor tranquilidad -aunque siempre relativa- revisten las filas lunghistas. Sabedores de un presente inmutable en materia de imagen positiva, aunque consciente que cierto relajo desnudado en los últimos tiempos podrían implicar bajar algunos puntos en la consideración ciudadana.
Tal vez por ello, como bien supo decir el estratega político de la gestión, Carlos Fernández, más que la táctica hoy está sobre la mesa la estrategia. Ella conlleva a pensar si ahora es tiempo de dejar el pensamiento separatista (redituable por cierto) que los llevó a esquivar más de una foto con radicales bonaerenses y nacionales.
Tras el conflicto chacarero, la UCR parece reencausarse como alternativa opositora nacional, con los anunciados acuerdos con la Coalición Cívica y el Socialismo, y a partir de allí ahora el lunghismo parece estar dispuesto a jugar sin vergüenza. La estrategia, entonces, es definir si al proyecto local le sirve una proyección provincial, nada sencillo a la hora de especular sobre posibles nombres que indefectiblemente dejarían un vacío nada sencillo de ocupar de cara al año complejo que se alude en materia económica y por obvia consecuencia social.

JUSTICIALISMO
Una vez más, mucho más complicado resulta el escenario justicialista vernáculo, que indefectiblemente otra vez será sucumbido por las discrepancias que ya se expresan a nivel nacional y provincial.
Titánica tarea la tocará a los principales referentes peronistas para no volver a toparse con sus propias miserias como las ajenas, aquellas que aluden a lineamientos emanados a nivel nacional y que bajan como un torrente sanguíneo (o sanguinario) para abrir las heridas intestinas de siempre.
Por más voluntarismo que impere en quien hoy se coloca como el conductor del partido, Raúl Escudero, para tratar de imitar lo que el radicalismo hizo en el pago, se trata de otros intereses, hay a quien responder y con quien identificarse después de la 226, y resulta muy difícil renegar de ello.
El ejemplo más claro se denota en los bloques que hoy imperan en el HCD. Hubo un intento por unirse. De hecho se anunció un borrador de un acta acuerdo. Pero a poco de transitar por ese debate interno, ya se supo de lo complicado, sino imposible, de conciliar. Todo hace pensar que uno de los primeros compromisos del propio Escudero no se cristalizará. No habría unidad posible. Hay y habrá mucho en juego rumbo a octubre, incluso atado a lo que decidan los referentes nacionales y provinciales.

EL AQUI Y AHORA
Paralelamente a las movidas políticas, hay cuestiones ciudadanas que merecen ser destacadas. La semana sirvió para demostrar cuánto pesa la opinión vecinal cuando ésta se alza con criterio, vehemencia y contundencia.
Lo ocurrido en un bar de calle Ijurco al 1500 (uno de los tantos que pululan por la ciudad) mereció finalmente la intervención oficial, una vez que la problemática encausara su voz desde los medios, porque desde otras vías no había respuesta. No sólo la policía detectó contravenciones sino el propio municipio, con la voluntad política que hasta ahora no había evidenciado, para intervenir y resolver en consecuencia.
Similar situación se vivió en otro barrio, con vecinos que convivían con corral donde se engordaba vacunos. Lejos de desentenderse del asunto, la comuna intervino y logró disuadir al vecino que molestaba con su emprendimiento ganadero en plena ciudad.
No se trata de valorizar la tarea de los medios ni mucho menos. Sí la voluntad de los vecinos, que cuando se animan a participar y hacer valer su opinión, más temprano que tarde encuentran respuestas.