07/12/2008

Locales

PALPITAR COMUNAL: Encandilando la historia

Por Guillermo Liggerini
Seguramente hay otros asuntos que urgen. La crisis que acecha y los planes para contenerla, la delicada situación por la que atraviesa la cerámica Loimar, las demandas vecinales que no cesan por un mejor bienestar, volvieron a merecer la tapa de los medios. Empero, quedó en el aire lo que para algunos resultará una mera anécdota dentro de la cosmética lunghista, mientras que otros no es otra cosa que un atropello a la idiosincrasia tandilense. Su plaza del centro estuvo en el foco de la polémica.
Esta vez no por resultar el mítico escenario de manifestaciones populares. Ni para llamar la atención política, pedir justicia, ni por trabajo o reclamo salarial. Tampoco se festejaba un campeonato. La comidilla de los mentideros redundó en preguntarse por qué a Lunghi se le ocurrió que semejantes farolas iban a quedar bien en la plaza de todos. A quién consultó, con quien se asesoró.
Las explicaciones del gobierno no faltaron ni faltarán. Fiel a su costumbre tendrá respuesta para todo. Sin embargo, admiten por lo bajo que incluso hubo actores del propio seno lunghista que increparon semejante intromisión a uno de los sentires más caros del paladar tandilero, su plaza. ¿El Concejo Deliberante? Normal, votó por unanimidad sin tener demasiado en cuenta de lo que se trataba.
Confiados en que el gusto del pediatra hasta ahora siempre coincidió con el de la mayoría, se animan a casi todo, incluso desafiando al patrimonio que se ostenta proteger.
“Vas a ver la gente que viene a la inauguración”, contestan orgullosos ante cada inquisición por la treintena de luminarias modernosas que copó la plaza y contrasta con el espíritu de la manzana. Como si reunir una multitud fuese medida para fijar el buen gusto, y por determinada cantidad se calculara la razón que les asiste.

ALGO DE HISTORIA
Cual paradoja del destino, cuando el propio gobierno hacía las veces de anfitrión para una comitiva francesa, la plaza inspirada de aquella cultura se la trastocaba por obra y gracia de una autoritaria decisión.
Algunos ahondan en la crítica aduciendo que la obra se levanta irrespetuosa frente a las estatuas traídas por el refinado gusto de un mecenas llamado Don Antonio Santamarina Alduncin, en ocasión de la remodelación y ampliación de la Plaza Principal e inauguración del nuevo edificio de la Escuela Nº 1.
Refiere la historia que el mobiliario urbano y ornamental responde al siglo XIX, de procedencia francesa, y es producto de un diseño que conjuga el arte y la industria que se fortalece en el siglo XIX y adquiere identidad durante el siglo XX. Ahora deberá convivir con lo que un ocurrente funcionario ideó sin más.
Aluden las reseñas históricas que incluso cobija la dirección de Cultura del Municipio que en plena expansión, durante el siglo pasado, América latina hace un llamado a los arquitectos y paisajistas franceses para desarrollar y ornamentar sus metrópolis. Aquí el diseño de un aficionado funcionario alcanzó.
“Traerán con ellos el estilo de una época, su poderosa atracción por el neo clasicismo y la profusión de objetos ornamentales en fundición de hierro.
En muchas metrópolis latinoamericanas se encuentran fuentes y estatuas en fundición de hierro, fundidas a partir de los mismos modelos en las fundiciones de arte francesas. Río de Janeiro, Caracas, Santiago, Valparaíso, Méjico, Buenos Aires, Tandil”, dice la historia sobre nuestra plaza, que ahora deberá aguardar por los futuros historiadores para que expliquen lo que ahora pasó.
Vale aclararlo, no se trata solamente de una cuestión estética. Se ha entrometido en un espacio público, un patrimonio protegido por la Ordenanza 6839/ 95, que incluye “la pirámide, columnas antiguas de alumbrado, kiosco de la Banda de Música, bancos, estatuas, macetones, fuente, árboles y adoquinado de las calles que la rodean”.
Se habla de las nuevas necesidades. Que merecía mayor iluminación. No hubiera estado de más consultar algún fundidor para colocar réplicas de luminarias que se asemejen con la historia que todos, sobre todo esta gestión hasta hoy supo revalorizar.
Hay otros miradas críticas acerca del uso de lo público. Se afirma que mientras se le exige al privado puntillosos cuidados para determinados patrimonios edilicios y hasta naturales, desde el propio Estado se hace uso y abuso del espacio público sin tapujo alguno. Y lo que es peor, sin consultar a quienes luchan y trabajan por cuidar lo nuestro.
Se trata de un hecho consumado. La cofradía lunghista celebrará (incluso los que abiertamente contradijeron la iniciativa) por la obra y seguramente contará con muchos adeptos. También en el siglo pasado algunos se sacaban fotos en el adefesio de almanaque frente a la plaza que a otro iluminado se le ocurrió imponer. Será tiempo entonces de esperar, alguien vendrá a corregir lo que otros insistieron en imponer.

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