21/06/2018
La canciller alemana, Angela Merkel, cumplió hoy 100 días de mandato, en
momentos en que se resiste a dar por perdida una carrera de obstáculos en
la que la crisis de refugiados la amenaza nuevamente con una retirada antes
de tiempo.
Resuelta la formación de gobierno tras seis meses de arduas conversaciones,
lo que parecía su peor escollo, la mandataria ve como todavía su decisión
de abrir las puertas a cerca de 1 millón de migrantes en septiembre de 2015
puede pasarle factura.
En los albores de su cuarta legislatura consecutiva la considerada como la
mujer más poderosa del mundo se ha tenido que acostumbrar a coleccionar
adversidades.
A los arrebatos del presidente estadounidense Donald Trumpo, que gobierna
a golpe de tuits, se ha sumado el auge de un nacionalismo en Europa que en
la potencia europea fragmentó el Parlamento con la consagración de la
ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como tercera fuerza
política, señala la agencia de noticias alemana DPA.
El gran problema de la dirigente tiene un nombre propio: Horst Seehofer,
pues el ministro del Interior y líder de la Unión Cristianosocial (CSU), el
partido bávaro socio de la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Merkel,
sostiene en sus manos el destino político de su "jefa".
Su nombramiento como ministro, condición sine qua non para cerrar un
Ejecutivo de coalición de conservadores y socialdemócratas hace tres meses
y evitar la convocatoria de nuevas elecciones en Alemania, se ha revelado
como la mayor carga de la canciller.
Seehofer, su mayor crítico durante la gestión de la crisis de refugiados en
2015, le ha dado un ultimátum con el que persigue que Alemania cierre sus
fronteras a los migrantes que tras cruzar el Mediterráneo ansían un mejor
futuro en Europa.
Si en menos de 15 días Merkel no consigue acordar con sus colegas del
bloque una solución a una incipiente segunda ola migratoria, la coalición
de gobierno sellada en Berlín saltaría por los aires.
Merkel, obstinada en consensuar con el resto de países miembro de la Unión
Europea (UE) una salida que ponga fin a la llegada masiva de migrantes que
se juegan la vida en alta mar, tendrá que dar cuenta de su pragmatismo para
contentar a sus socios bávaros y al mismo tiempo no generar un terremoto
político en países muy afectados por la migración como Italia o Grecia.
A su vez, debe garantizar la continuidad de su Gobierno sin que ello
suponga una pérdida de gobernabilidad en la UE, en tanto que el tiempo
apremia y dos citas con las urnas podrían precipitar los acontecimientos.
Mientras Seehofer tiene la mirada puesta en las elecciones de Baviera de
mediados de octubre y busca mostrar a los electores de la próspera región
del sur de Alemania que se puede controlar el flujo de refugiados con mano
dura sin necesidad de tener que acudir a un partido como AfD, en Bruselas
se esfuerzan por mostrar buenos resultados de su gestión a las puertas de
los comicios europeos del próximo año.
Con las espadas en alto en las filas del bloque conservador, han pasado
prácticamente desapercibidas la aprobación de ayudas a la compra de
vivienda a familias con hijos o la reducción de las cuotas de la seguridad
social, las medidas más importantes sacadas adelante en los primeros cien
días de este gobierno de coalición integrado también por el Partido
Socialdemócrata (SPD).
En sus horas más lúgubres, en las que algunas voces aventuran de nuevo el
fin de la "era Merkel", la dirigente comprueba ya sin asombro que su mayor
apoyo sigue siendo la formación que la teoría política ha considerado
tradicionalmente como su principal rival: el SPD.
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