19/06/2019
La Asociación Argentina de Medicina Respiratoria brinda
información sobre los cuidados a tener en cuenta y algunas recomendaciones para
calefaccionar con precaución
Calefaccionar los ambientes es una medida que nos permite
hacer frente a las condiciones climáticas del invierno, además de brindarnos
confort, pero también puede resultar perjudicial para la salud, dependiendo del
sistema de calefacción utilizado y de la temperatura a la que se lo utilice.
Lo ideal es que la temperatura a la que se calefacciona un
ambiente no supere los 21°-23° y que la humedad se sitúe entre el 50 y el 70%.
La calefacción excesiva aumenta el contraste de temperatura entre interior y
exterior, lo que puede disminuir la capacidad de respuesta de los mecanismos
defensivos del organismo.
La oferta de sistemas de calefacción es bastante amplia, sin embargo, no podemos decir que ninguno de estos dispositivos reúna las condiciones ideales.
LOS PELIGROS DEL MONÓXIDO DE CARBONO Y OTROS TÓXICOS
Los artefactos que funcionan a combustión (estufas de
parafina, a querosén, gas o leña, las cocinas o los braseros) consumen oxígeno
y liberan gases nocivos, como el monóxido de carbono. La combustión inadecuada
del material empleado para la producción de calor, o un sistema de ventilación
insuficiente, pueden provocar la acumulación de niveles peligrosos de estos
gases nocivos.
El monóxido de carbono es un gas imperceptible por ser
incoloro, inodoro y porque no irrita las mucosas, pero ocupa el lugar del
oxígeno en la sangre, por lo que impide su llegada a los diferentes órganos y
tejidos. La intoxicación por este gas puede culminar en un paro
cardiorrespiratorio y muerte. En intoxicaciones de menor grado puede haber
dolor de cabeza, náuseas, debilidad, mareos, etc.
Otro gas peligroso es el dióxido de nitrógeno, que se libera
cuando las cocinas, hornos de gas y estufas de parafina no funcionan
correctamente. Este gas no se huele ni se ve, pero es irritante para las
mucosas y puede causar dificultad respiratoria, sobre todo en pacientes
asmáticos, con EPOC o con otras patologías respiratorias crónicas.
Existen otros productos derivados de una mala combustión, sobre todo de estufas o chimeneas de carbón y leña, que son partículas de tamaño tan diminuto que pueden depositarse en lugares profundos del árbol bronquial, pudiendo favorecer la aparición enfermedades respiratorias crónicas (como EPOC) o tumores.
LA IMPORTANCIA DE LA HUMEDAD EN EL AMBIENTE
Los sistemas de calefacción por aire caliente (aire
acondicionado) tienden a resecar el ambiente, lo que hace que las vías aéreas
también pierdan humedad. El resecamiento del árbol respiratorio disminuye sus
mecanismos de defensa favoreciendo las infecciones y puede generar congestión
nasal o tos, sobre todo en los alérgicos, o puede favorecer las exacerbaciones
asmáticas en quienes padecen esta patología. Es importante tener en cuenta que
la circulación de aire caliente arrastra partículas de polvo que contienen
alérgenos, sustancias que favorecen el desencadenamiento de los síntomas
alérgicos.
Los sistemas de calefacción más recomendados, sobre todo
para aquellos que padecen patologías respiratorias crónicas, serían algunos
tipos de estufas eléctricas, las losas radiantes, los radiadores y los
calefactores que cuentan con sistema de cámaras de combustión cerradas con
evacuación externa de los gases generados producto de la combustión.
5 RECOMENDACIONES PARA CALEFACCIONAR CON PRECAUCIÓN
A pesar de las desventajas mencionadas de los diferentes
sistemas de calefacción, puede resultar más perjudicial para la salud no
calefaccionar en épocas frías del año. Lo recomendable es que los ambientes
estén templados, bien ventilados y asoleados porque el sol disminuye los ácaros
de polvo y mantiene la temperatura.
Verificar que todas las fuentes de calor funcionen
correctamente: siguiendo escrupulosamente las instrucciones de los fabricantes
para la puesta en marcha y en el manejo de los dispositivos.
Salida de gases al exterior: Cuando se usan determinadas
fuentes de calor hay que tener en cuenta que tengan una adecuada salida al
exterior, y de no ser así, tener la precaución de abrir una ventana cada cierto
tiempo, para ventilar el habitáculo donde se encuentra.
Apagar la calefacción por la noche: también se recomienda
ventilar la casa antes de encenderla por la mañana.
Limpiar regularmente los filtros del aire acondicionado:
este dispositivo es uno de los que más reseca el ambiente y las mucosas, además
de reunir distintos agentes en los filtros que es importante limpiar con
regularidad.
Evitar fuentes de combustión que generan residuos: como el
humo del cigarrillo, sahumerios, inciensos, etc.
Asesoró: Dr. Nicolás G. Douglas Nazareno (MP 1317),
Coordinador de la Sección Neumonología Clínica y Medicina Crítica de la
Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) y Jefe de la Sección
Neumonología del Hospital Vera Barros (La Rioja).
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