13/10/2020
Este jueves, desde las 19, por plataforma Meet, Cultura UNICEN y el Sindicato de Prensa de Tandil y Azul llevarán adelante la tercera charla del ciclo virtual, denominada "La cultura en la cornisa: claves para un rescate".
Serán parte del conversatorio Luis "Chino" Sanjurjo,
director Nacional de Industrias Culturales del Ministerio de Cultura de la
Nación; Sofía Chéves, coordinadora de Cultura UNICEN, Federico Escribal,
analista en gestión cultural y los periodistas Cecilia Mársico (Rauch) y "Toqui"
Carlomagno (Azul).
En relación al nuevo escenario puesto a debate, Sofía Chéves
se refirió al panorama cultural regional, sus respuestas, fortalezas y
hallazgos en tiempos de pandemia.
¿Cómo definirías el escenario cultural previo a la pandemia?
¿Cuáles eran sus fortalezas y sus asignaturas pendientes?
El escenario artístico y cultural a nivel federal era muy
rico, con una variedad importante de artistas y proyectos artísticos en
diversas disciplinas, propuestas y agenda que, además, generaba un correlato en
otros sectores que trascienden lo específicamente artístico y cultural. Creo
que en estos puntos podemos detectar las fortalezas. Sin embargo, hay asignaturas
pendientes: una de las más importantes es el descuido que persiste en materia económica,
trabajar "por amor al arte" y la defensa del "voluntarismo" continúa en varios
discursos, en claro perjuicio de estos trabajadores y trabajadoras.
¿En qué aspectos la pandemia cercenó lo construido hasta
ahora y en cuáles supuso un desafío para encontrar nuevas (y buenas)
respuestas?
No creo que haya cercenado lo construido, sí considero que
vino a poner una pausa, un "stop" abrupto o freno a la forma en que se venía
construyendo, cómo se pensaba la cultura en la región y en nuestra ciudad, en
términos laborales. Creo que el desafío favorable que nos impuso esta situación
fue generar una mejor organización del sector, a pesar del aislamiento. Se fue
gestando un agrupamiento por disciplina (músicos, artistas plásticos, etc.) y
espacios culturales, se desarrolló más un espíritu sectorial al interior de
cada uno. Luego, consolidados en este nuevo armado, se encontraron en
organizaciones intersectoriales más globales.
Ésa ha sido una respuesta más que positiva, lo mismo que la
posibilidad real de sentirse parte e interpelados por parte del arco cultural
en su conjunto. Hubo un nuevo interés propositivo hacia adentro y hacia afuera
que alcanza al diseño mismo de las políticas públicas culturales. En ese
sentido, hemos dado un enorme salto cualitativo.
¿Presencialidad/virtualidad es una nueva "grieta" entre
trabajadores del arte y la cultura, los que lograron reconvertirse y los que
no?
Está claro que se advierte una brecha entre quienes ya
tenían la posibilidad o los recursos de adaptar y reconvertir su trabajo a un
lenguaje digital y quienes no, y esto no sucede sólo en el sector cultural sino
en la mayoría de los sectores. La brecha tecnológica o digital es bastante grande
y se aprecia a la hora de pensar en una reconversión.
El consumo de plataformas se ha incrementado pero en ciertos
sectores: no todo el mundo tiene igualdad en el acceso porque para ello hace
falta, como mínimo, disponibilidad de paquete de datos o wifi, teléfonos,
tablets o equipos adecuados. No todos tienen acceso a ellos: creo que ésa es la
"grieta" o la brecha que se ha agrandado durante el aislamiento. Ésa es una de
las razones por las cuales es ineludible que las políticas públicas vayan de la
mano con otras que garanticen el acceso a la conexión y a la tecnología.
Luego, está la discusión en relación a qué disciplinas
artísticas tienen sólo un perfil presencial o pueden adaptarse a la
virtualidad, lo cual está sujeto a los diversos lenguajes y actividades. La realidad
indica que algunas no pueden concebirse en el plano virtual. El teatro, por
ejemplo, sucede "aquí y ahora" con actores, actrices y espectadores. Los
espacios culturales no tienen modo de convertirse a la virtualidad, viven de
las funciones de cada fin de semana, no hay forma de reconvertir.
La virtualidad funciona en algunos casos, al punto de que ha
favorecido a aquellos grupos que ya trabajaban de manera colaborativa con otros
artistas que pudieron sortear el aislamiento e indagar en otros registros.
La "grieta" no es entre trabajadores del arte y la cultura
sino que la tenemos como sociedad en las condiciones estructurales y desiguales
en el acceso a las herramientas digitales y la tecnología, en general.
¿Qué rol juega el Estado en esta situación que abandonó su
condición de coyuntura y abrió un escenario incierto pero urgente de nuevas
estrategias?
Uno de los grandes aciertos a los que hemos asistido durante
este tiempo es la tendencia a conformación multisectoriales de trabajadores que
dialogan con el Estado, que se asumen capaces de ser parte de una discusión y
diseño de políticas públicas, con perspectivas de desarrollo y demandas de
ejecución que le son propias. Estos espacios de diálogo han sido fundamentales
porque han dejado al descubierto las insuficiencias de las respuestas
unilaterales, sea cual fuera su procedencia.
La creación de estos espacios es la clave para encontrar
otras estrategias -y de manera conjunta- para el sector. A partir de entonces,
se torna necesario que lo hagamos de la mano de los trabajadores lo que pone de
manifiesto lo fundamental que es la participación ciudadana para desarrollar o
ejecutar las políticas en los espacios y trabajar en dialogo con los sectores
destinatarios de esas políticas.
La vocación de participación tiene que ser sostenida en el
tiempo: nuestro programa Emerger y todas las acciones que comprende van en esa
dirección y ha sido un gran hallazgo para dar respuesta a algunas incertidumbres
que generó este nuevo escenario.
Cómo acceder
En breve, se dará a conocer el link a través de las redes sociales de los organizadores (Cultura UNICEN y Sindicato de Prensa Tandil).
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