13/01/2021
La aprobación superó con creces los 218 votos necesarios y
10 congresistas republicanos votaron junto con los demócratas.
En tiempo récord, la Cámara Baja del Congreso de Estados
Unidos aprobó, con el apoyo de la mayoría demócrata y un puñado de legisladores
republicanos, la apertura en el Senado de un segundo juicio político contra el
presidente Donald Trump, una decisión inédita en la historia del país y a solo
siete días de la asunción del mandatario electo, Joe Biden.
Tras una sesión tensa que terminó con un maratón de
discursos de hasta 30 segundos para permitir que la mayor cantidad de
congresistas, a favor y en contra, y con una pasión poco común, se expresaran,
la Cámara Baja aprobó por 232 votos a favor y 197 en contra la acusación por el
cargo de "incitación a la insurrección" durante el ataque al
Capitolio que protagonizaron miles de sus simpatizantes la semana pasada.
La aprobación superó con creces los 218 votos necesarios y
10 congresistas republicanos votaron junto con los demócratas -algo que no
había pasado en 2019 en la apertura del primer juicio político-, uno de ellos,
Liz Cheney, hija del exvicepresidente de George Bush, Dick Cheney, y la actual
número tres del partido en la Cámara Baja.
El texto de cuatro páginas con la acusación de juicio
político se centra en las denuncias sin fundamento de Trump de fraude en las
elecciones del 3 de noviembre y su discurso del 6 de enero alentando a sus
partidarios a marchar al Congreso, horas antes de que estos irrumpieran en el
Capitolio, se enfrentaran con la policía, sembraran el caos y lograran
suspender por unas horas la proclamación oficial de la victoria electoral de
Biden.
A diferencia de lo que sucedió a finales de 2019, cuando la
mayoría demócrata aprobó el primer juicio político a Trump en la Cámara Baja,
esta vez el debate duró menos de una jornada entera, los discursos por momentos
fueron tan cortos que se limitaron a proclamas encendidas y no hubo testigos ni
audiencias públicas previas.
La mayoría de los republicanos se quejaron de este apuro y
los demócratas argumentaron que, por un lado, una investigación no era
necesaria porque todos vieron en vivo el caos y la violencia de la semana
pasada, y, por otro, la continuidad de Trump en el poder representa "un peligro
claro", según alertó la presidenta de la cámara, Nancy Pelosi.
Cuando la aprobación de la apertura del segundo juicio
político contra el presidente ya parecía inminente, Doug Andres, el secretario
de prensa del jefe de la bancada mayoritaria del Senado, Mitch McConnell,
anunció en Twitter que el Senado recién será convocado después de su actual
receso el martes 19, es decir, apenas un día antes de la ceremonia de
investidura de Biden.
Tras anunciar ese gesto, que terminó de despejar la
posibilidad de una destitución rápida de Trump, McConnell profundizó la
posición ambigua que mantiene desde que el mandatario no acepta su derrota y
denuncia sin pruebas un fraude electoral.
"Si bien la prensa ha estado llena de especulaciones,
no tomé una decisión final sobre cómo votaré (en el juicio político) y pretendo
escuchar los argumentos legales cuando se presenten en el Senado", le
informó McConnell a sus compañeros de bancada.
Aún si algunos senadores republicanos podrían votar en
contra de Trump en este nuevo juicio político, parece poco probable que la
oposición demócrata consiga la mayoría especial necesaria para destituirlo.
Sin embargo, la situación no es igual a la de principio de
2020 cuando Trump fue absuelto en el primer juicio político.
No solo muchos de los senadores republicanos que votarán en
contra fueron críticos del presidente por su actuación antes y durante el
ataque al Congreso, sino que además Trump llega debilitado a este eventual
impeachment, tras haber perdido las elecciones de noviembre pasado y también la
mayoría republicana en el Senado, en dos recientes balotajes en el estado de
Georgia.
Con ese escenario de fondo y ante una creciente
militarización del Congreso y de la capital estadounidense por temor a nuevas
protestas y caos en la asunción de Biden, Trump llamó, por primera vez, a
evitar nuevos actos de violencia.
"En vista de los informes sobre nuevas manifestaciones,
les digo que no debe haber violencia ni se debe violar la ley ni cometer
vandalismo de cualquier tipo. Eso no es lo que yo represento y no es lo que
representan los Estados Unidos. Llamo a todos los estadounidenses a ayuda a
bajar las tensiones y calmar los ánimos", aseguró el mandatario en un
breve comunicado publicado por la Casa Blanca.
El temor a un nuevo ataque o nuevas escenas de violencia es
tal que el Departamento de Defensa autorizó hoy el uso de armamento por parte
de los 15.000 miembros de la Guardia Nacional desplegados en Washington para
garantizar la seguridad del Capitolio durante el debate del juicio político,
según informó el capitán Chelsi Johnson, vocero de la Guardia Nacional en la
capital.
Desde esta mañana se podían ver en algunos pasillos secundarios del Capitolio a decenas de miembros de la Guardia Nacional vestidos en camuflaje durmiendo o descansando en el suelo, una imagen que describe el clima que se vive en Washington en los días previos a la asunción de Biden.
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