Santamarina se encuentra luchando por permanecer en la segunda categoría del fútbol argentino pero a medida que pasan los partidos el margen de error se va achicando y los humores van cambiando constantemente. Luego de la derrota ante el bohemio, en la zona de vestuarios se vieron instantes de tensión, gritos e insultos.

Los mismos tenían como principal oponente al árbitro del partido, Gastón Monzón Brizuela y sus asistentes. Los jugadores tandilenses se sintieron perjudicados por el desempeño de la terna, al igual que cuerpo técnico y dirigentes quienes trataron de poder conversar con el juez del compromiso una vez consumada la caída.

Pablo Bossio pudo ingresar para charlar y preguntar por algunos fallos que generaron polémica durante los noventa minutos. Sin embargo, mientras se daba ese diálogo por el pasillo que lleva al vestuario local, algunas personas del entorno de Santamarina comenzaron a patear la puerta que daba al vestuario de los árbitros. Productos de esos impactos, la misma sufrió algunos daños, al punto de romperse, y tuvieron que intervenir efectivos policiales para que la situación no pase a mayores.

Por lo que pudo averiguar LA VOZ, el árbitro no realizó ningún tipo de informe por la situación que se vivió en la zona de vestuarios. De lo contrario, hubiese sido un nuevo dolor de cabeza para la entidad de nuestra ciudad que ya tiene que lidiar con cuestiones deportivas que lo llevaron a la última posición del campeonato. 

Sin duda que este tipo de situaciones no ayuda para nada en un momento complejo en lo deportivo y en donde hay que encontrar serenidad y calma para encarar el tramo final del torneo. Seis partidos quedan por delante y los aurinegros deberán sumar una buena cantidad de puntos para salvar la categoría.