25/11/2022

Carta abierta de la investigadora Matilde Balduzzi sobre la ordenanza del agroveneno

"Una vergüenza, Sr. Intendente. Un desprestigio para nuestro Tandil lugar soñado"

En la víspera, la docente e investigadora de la Unicen María Matilda Balduzzi, publicó una carta abierta al intendente Miguel Lunghi, donde reclamó que vete en forma urgente "la ordenanza del agroveneno", la que votaron oficialismo y oposición en el HCD, instrumento que permite fumigar a 60 metros de la población y 150 metros de escuelas y hospitales. 

La carta reza: 

"Dr. Miguel Lunghi

Sr. Intendente:

Pronto se cumplirá un año de la aprobación de la ordenanza nº 17404/2021. 

Como usted recordará, esa ordenanza fue aprobada por todos los bloques (con sólo una abstención) el 6 de diciembre de 2021 y entró en vigencia el 31 de agosto de este año.

Yo estuve en esa sesión del 6 de diciembre, Sr. Intendente. Mejor dicho, estuve en la vereda del Palacio municipal y la escuché, junto a otras veinte personas, desde allí, desde la vereda (¡qué bueno que hayan instalado parlantes, Doctor!) porque unos veinte policías, con armas, casco y escudo protector, nos impidió el acceso. Aproximadamente un agente de policía por persona, se ve que un grupo reducido de personas desarmadas, la mayoría mujeres, algunas con sus hijos e hijas pequeños, resultábamos peligrosas.

No sé si usted se acuerda de lo que dice esa ordenanza que el CD sancionó aquel día. Se lo recuerdo, si me permite. La memoria suele ser frágil y, con el paso del tiempo, los recuerdos se desvanecen. Es normal. 

Esa ordenanza determina como "zona de exclusión", es decir, aquella donde no se permite aplicar agrotóxicos -o, para usar el eufemismo de la ordenanza, "fitosanitarios" -  60 metros. Sesenta metros. Se lo escribo en números y también en letras, así imaginamos juntos la distancia, ¿le parece? Las cuadras en Tandil, miden 120 metros. Sesenta metros equivale a media cuadra, Sr. Intendente. 

Otra distancia interesante para que la imaginemos juntos: 150 metros. La ordenanza permite fumigar a 150 metros de escuelas y hospitales. Espere? se lo escribo también con letras: ciento cincuenta metros. La ordenanza "prohíbe la aplicación de productos agroquímicos en lotes que se encuentren a menos de 150 metros de establecimientos escolares, centros de salud, establecimientos elaboradores de productos alimenticios". Ya ve, lo copié textual, para no incurrir en imprecisiones. Pero ahora, imaginemos juntos? ciento cincuenta metros sería un poco más de una cuadra.

Además, la norma autoriza la libre aplicación en jardines, plazas y parques. Podrían fumigar en la Plaza Independencia, frente mismo al Palacio Municipal en el que usted ejerce sus funciones. Pero no lo van a hacer, claro. Allí, no.

Aquel día, ya en mi casa, luego de la frustración que significó comprobar que todos los bloques habían aprobado la ordenanza -también los concejales que yo voté-, le escribí a cada uno de ellos. Les pregunté si mandarían a sus hijos e hijas a esas escuelas. Ninguno me contestó. De hecho, varios de ellos ya no están en Tandil, han asumido cargos más altos y residen, ahora, en CABA, así que sus preocupaciones por el aire que respiran ellos y sus hijos e hijas y por el agua que beben, si es que las tienen -las preocupaciones, digo- serán en todo caso, por el smog, no por las partículas de veneno. 

No sé si usted mandaría a sus nietos a una escuela rural, Sr. Intendente. Supongo que no. De cualquier manera, el olor a veneno es, en estos días, insoportable, según dicen en las redes sociales los vecinos y vecinas de zonas como Cerro Leones y La Elena y de las localidades rurales de Gardey y Vela. Pero, no hay que preocuparse, la ciencia ya está desarrollando "fitosanitarios" sin olor ¡Resuelto el problema! 

Es raro que en una localidad como Vela, a unos 50 km de Tandil y con una población de 2000 habitantes haya tantas enfermedades respiratorias, ¿no? ¿Por qué será? Usted que es médico seguramente me lo podrá aclarar. Y además, usted que se especializó en Pediatría y ejerció esa especialidad durante unos treinta años, me podrá convencer de la inocuidad de la atrazina -uno de los productos más utilizados en nuestro país-, sobre los pulmones en desarrollo de un niño o niña de dos, cuatro, siete años, y sobre su sistema endócrino, porque he leído que la atrazina es un herbicida disruptor endocrino que puede causar defectos de nacimiento y daños reproductivos, aún en bajas dosis. Otros productos como el glifosato y la cipermetrina, son, respectivamente, probables cancerígenos (según la OMS) y disruptores hormonales. Pero no se preocupe, Sr. Intendente, son cosas que leemos "los ambientalistas", seguramente usted no lee esas cosas. ¡Y lo bien que hace! ¿Para qué sumar más preocupaciones a las que ya tiene? 

Los y las concejales dijeron por aquellos días a los medios, en su defensa, que el proyecto era "superador" y que "había que regular". Es decir, establecer límites y garantizar "buenas prácticas agrícolas". Tengo que decirle, Doctor, aquí entre nosotros, que los vecinos afirman que "las buenas prácticas agrícolas", ahora que ha pasado casi un año, las hacen de noche para que nadie los vea y para que ellos, los vecinos, no graben videítos y luego los compartan en las redes, ni saquen fotos de este "Tandil, lugar soñado", como dice el eslogan de su gestión. Dicen también que nadie controla nada, o sea que lo de la "comisión de seguimiento" de que habla la ordenanza, no parece estar funcionando. Fumigan de noche y, a veces, con ráfagas de viento que no sé si la ordenanza habrá reglamentado. Tengo que volver a leerla porque estoy casi segura de que los y las concejales, tan preocupados/as por nuestro bienestar, le indican al viento para qué lado tiene que soplar, con qué intensidad, y establecen, incluso, que tiene que detenerse abruptamente ante escuelas y viviendas.  Pero además, el veneno (disculpe? los fitosanitarios), quedan en el agua. Un estudio reciente llevado a cabo por científicos de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet detectó la presencia de esos ven? digo, fitosanitarios, en el agua de red, es decir en el agua que sacamos de las canillas, Doctor.

Pero volviendo al día de la votación, Sr. Intendente. Le cuento que quienes estábamos allí, gritando y cantando, es decir, sin más armas que nuestra presencia y nuestra voz frente al vallado y los agentes de policía en fila que usted gentilmente nos envió, vimos llegar esperanzados/as la carta de la Defensora del Pueblo, a la que habíamos recurrido semanas antes. Aplaudimos con entusiasmo, créame. Pero el CD, no sé si usted lo recuerda, ignoró esa carta. 

También ignoró los informes de los científicos/as de la Universidad Nacional del Centro que habían detectado en 2020, la presencia de 16 agroquímicos en suelos y agua de escuelas rurales del partido de Tandil. Dieciséis. Esos investigadores e investigadoras advirtieron, en un documento que se hizo público, sobre los daños para la salud de plaguicidas como la atrazina, el diclosulam, el imazetapir, el metolaclor y el mazaquin, todos usados en las fumigaciones en el partido de Tandil. Ahora se agrega la investigación llevada a cabo por científicos/as de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet. Un estudio que ya, uno de sus funcionarios, Sr. Intendente, salió a desestimar.

Tampoco tuvo en cuenta, el Honorable Concejo Deliberante, la medida cautelar firmada por el Juez Francisco Blanc del Juzgado en lo Civil y Comercial nº 2 de Azul, que fijaba una distancia límite de 500 metros para las aplicaciones terrestres y de 2000 metros de casas, escuelas, pozos y cursos de agua, para las fumigaciones aéreas. No de 60 metros y de 150 metros, como se aprobó. Se lo escribo en letras, también, disculpe que insista pero es para ayudarlo a que lo imagine: de quinientos y dos mil, no de sesenta y ciento cincuenta.

No se dio lugar, tampoco, a nuestro pedido de Audiencia Pública, Sr. Intendente. No sé si usted lo recuerda.

También le pedimos a usted, unos días después de la sanción, que hiciera uso de su potestad y vetara la ordenanza. No lo hizo.

Pero volviendo a aquel día, es comprensible que no nos dejaran entrar. Era inadmisible que intentáramos otra "performance" como esa que hicimos unos meses antes, cuando se trató de aprobar la ordenanza, y que salió después en todos los diarios nacionales, ¿se acuerda? Pero, sí, ¡cómo no se va a acordar! Esa en que uno de nosotros entró al recinto disfrazado de parca. Una vergüenza, Sr. Intendente. Un desprestigio para nuestro Tandil lugar soñado. ¡Qué van a pensar los turistas! A ver si creen que el viento les va a llevar el veneno hasta las coquetas cabañas que alquilan en las afueras de la ciudad (del agua no hay que preocuparse, claro, seguramente una empresa provee de bidones). Porque Tandil, ahora, vive, fundamentalmente, del turismo, no se lo tengo que decir a Usted, Sr. Intendente ¡A Usted, precisamente, que ha puesto tanto de su tiempo, voluntad e iniciativa para que así fuera! 

Le confieso, aquí entre nosotros, que cuando digo "vive del turismo", estoy tentada de agregar "y enferma y muere por los agrotóxicos". Pero no. No lo voy a decir, no se preocupe. 

Preservemos la corrección, la educación y el turismo, estimado Doctor, sobre todo el Turismo. Y "el campo", claro. Porque ya se sabe, además de turística nuestra zona ha sido siempre, agroganadera. 

Para finalizar, permítame decirle que mis conocimientos de Derecho son casi nulos pero he leído por ahí  -las y los "ambientalistas" somos curiosos/as- que el Poder Ejecutivo puede instar al Concejo Deliberante a derogar, total o parcialmente, una ordenanza.

Estoy segura de que así (no) lo hará".

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