27/01/2009

Locales

Capitales se buscan para atender una seria problemática del casco urbano

Una de las delicadas problemáticas que atraviesa las calles de la ciudad en materia de seguridad vial versa sobre el tránsito pesado, cuya circulación como su estacionamiento en cualquier arteria revisten un escenario siempre peligroso, donde un accidente siempre está al acecho.
La solución no resulta descabellada, ni mucho menos. Otras ciudades, de características similares a Tandil han encontrado un mecanismo para descomprimir semejante escenario que, a diario, se luce con total normalidad ya no sólo en los ingresos a la ciudad, sino en sus propias entrañas.
Olavarría, por citar un caso, ha logrado construir un playón de dimensiones para que los camiones de gran porte estacionen allí, y desde la playa se realicen los transbordos en vehículos más afines a las características que las calles del caso urbano merecen.
Desde el Municipio se ha promovido la iniciativa. Ya cuenta con el lugar para tal fin. Específicamente los terrenos donde se iba a levantar la nunca bien recordada (por su no radicación) fábrica Thyssen, frente al barrio Arco Iris.
Para la iniciativa, el Ejecutivo ha mantenido varias entrevistas de presuntos interesados, pero nunca se arribó a una propuesta concreta. Desde el gobierno se detalló que incluso se comprometía la infraestructura necesaria para dotar al lugar de la accesibilidad necesaria. Léase mejorar las calles de la zona que permitan que los camiones de gran porte pudieran ingresar para allí estacionar y poder concretar los transbordos.
El lugar, además, proyecta la construcción de las comodidades necesarias para los transportistas, como baños, servicio mecánico y hasta un buffet. Pero la inversión en cuestión a la fecha nunca se hizo efectiva.
Cabe consignar que el Ejecutivo ya llamó a dos licitaciones y ningún oferente se hizo presente a la convocatoria. Se habla de una inversión que oscilaría los 2 millones de pesos (de resultar con las comodidades óptimas descriptas en párrafos anteriores). Especialmente el mayor costo redundaría en el movimiento de suelo que hay que realizar en lo que serían dos manzanas para construir la playa en cuestión.

LOS REPAROS
Se insiste, hubo varios interesados, pero nadie finalmente concretó una oferta. Después de aquel par de frustradas licitaciones, siguieron las voluntades acercándose a los despachos oficiales para sondear qué posibilidades, qué viabilidad revestía la iniciativa, pero como llegaron se fueron, sin más.
Por lo bajo, desde el Ejecutivo se admitió que hay un reparo imposible de dejar de soslayar: alguno de los que se acercaron pidieron precisiones sobre cómo el Ejecutivo iba a hacer cumplir las normas que la modalidad imprimiera. Léase, si había voluntad y compromiso desde las áreas de control del estado comunal para que una vez emplazada la playa de estacionamiento con la consiguiente inversión, se hiciera cumplir que ningún camión de gran porte circule por las calles de la ciudad. Allí el Ejecutivo terminó sincerándose, que no podía garantizar dicho requisito. Que como otras problemáticas haría los controles que crea necesario y los que los recursos comunales permiten, ni más ni menos.
Toda una paradoja. El municipio exigiendo determinados requisitos para una significativa inversión, pero sin herramientas precisas para garantizar que se harán cumplir las normas y, con ello, de cierta forma, garantizar que el negocio resulte redituable.

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