21 de julio de 2025
Desde hace casi tres décadas, quien escribe estas líneas ha publicado diversos artículos periodísticos relacionados con la extrema peligrosidad de la ruta 226 en el sector urbano de Tandil. Hoy, ya formalmente retirado de la actividad periodística, lo vuelvo a hacer, ante el agravamiento cotidiano de la situación y el constante registro de muertos que son nuestros, son del pago.
por
Néstor Dipaola
Desde el primer momento he sostenido que la única solución es la instalación de semáforos, tal vez no por ser lo mejor, sino porque cualquier otra obra de cierto costo va a quedar postergada indefinidamente, como realmente viene aconteciendo.
Durante muchos años, se nos respondía que eso era poco menos
que una locura. Las respuestas más "suaves" tenían que ver con la
"imposibilidad" por ser de jurisdicción nacional. Sin embargo, en infinidad de
otras rutas del país hay decenas de semáforos y urbanizaciones (veredas y
cordón cuneta).
Siempre hemos preguntado:
- "¿Es nacional? ¿Ah, ¿sí? ¿Tenemos miedo de que vengan
desde Buenos Aires a sacar los semáforos delante nuestro?"
Hasta la vecina Rauch, con menos habitantes, tuvo que hacer
algo y hace décadas construyeron varios lomos de burro sobre la ruta 30.
Esto va más allá de la irresponsabilidad de muchos
conductores. En tal sentido, y también lo hemos dicho muchas veces, los
legisladores tendrían que redactar leyes para endurecer las penas para los
irresponsables y asesinos al volante.
Tiene que haber cárcel efectiva para quien mata con su
vehículo.
Pero el caso de Tandil y la 226 es otra cosa. Es una ruta
que no es tal. Es una avenida lisa y llana. Que no solamente provoca muertos
que son nuestros, sino que ocasiona en miles de vecinos, inauditas molestias y
pérdidas de tiempo por tener la ciudad partida en dos. Nadie sabe cómo hacer
para cruzar.
Me he enterado que en los últimos días ha habido "festejos"
porque se nos prometió de una vez por todas, la semaforización, es decir, esa
idea tan loca...
¡No!, por favor. ¡Pasarán más mil años!
Hagámoslo nosotros, es decir, el municipio. Y luego, de a
poco, hagamos apertura de calles y el resto de la urbanización. Pero el primer
paso es muy urgente. Y si en su momento se colocaron de manera rápida semáforos
en avenida Don Bosco, esta obra en la "Avenida 226" no debiera demorar ni siquiera
diez días más. Y si es necesario implementar una tasa adicional durante un par
de meses para ello, será una equitativa cuestión de solidaridad.
Dicen que hay semáforos "inteligentes". Lo creo. Y, además,
son sensibles. Ante esta otra muerte evitable, todos los semáforos de Tandil se
han puesto a llorar.
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