25 de agosto de 2014
El Bat Tandil es una ONG Fundación que funciona como una herramienta al servicio de los comedores, centros comunitarios y demás instituciones sociales asociadas a la entidad. Su trabajo es conseguir alimentos para facilitarl la tarea en la lucha contra el hambre de cada día. Los alimentos recibidos son distribuidos entre las instituciones asociadas de Tandil y la zona, que alimentan y capacitan a más de 21.000 personas. La Voz charló con el director ejecutivo, Mario Bañiles y el jefe de depósito, Sergio Franchini, en representación de todo el equipo de trabajo.
La Voz: ¿Cómo surge el Banco de Alimentos en Tandil?
Mario Bañiles: La historia del Banco de Alimentos nace a partir de dos mujeres, Clara y Victoria, que comenzaron a trabajar en conseguir alimentos en un momento crítico como fue el año 2001. Empezaron a tocar puertas y al poco tiempo se dieron cuenta que conseguían más de lo que necesitaba el comedor y empezaron a contactarse con otros comedores y lo que sobraba lo iban acercando y les llevó tanto tiempo que entendieron que había que organizarlo de alguna manera. Así fue como investigaron sobre la existencia de un banco de tierras o algo por el estilo y se preguntaron si no habría un Banco de Alimentos. Y encontraron uno que se había fundado recientemente en Buenos Aires. Se contactaron con ellos y justo en ese momento vino un representante de la Red de Bancos de Alimentos de Estados Unidos, que estaba en Argentina, para asesorar en la formación de ese proyecto. Luego se formó una comisión, todo esto con la participación inicial del Padre Raúl Troncoso y así nació bajo el paraguas legal de Asociación Civil Ayuda Solidaria, para luego independizarse en el año 2005 y convertirse en Fundación Banco de Alimentos Tandil, con una comisión directiva y el padrinazgo del Padre Raúl.
L.V.: ¿Cómo opera la institución?
M.B.: La naturaleza de los bancos es el rescate de alimentos, para su posterior administración y distribución juiciosa entre instituciones. No se dona en forma directa a las personas, sino a instituciones que brinden algún servicio en alimentación, que tienen que tener personería jurídica y seis meses de funcionamiento para poder funcionar con el Banco. Igualmente, si alguna entidad no tiene la personería, tratamos de guiarlas en cómo hacerlo o buscar alguna otra institución que la apadrine.
Acá tuvimos que ser innovadores, porque no teníamos tanta industria alimenticia para hacer ese rescate de alimentos, así que se creó una cadena de valor solidario, en la que intervienen varios actores, del sector primario, que en definitiva terminan entregándonos un producto. Tal es el caso del cereal, donde participan la mayoría de los acopios de Tandil, donde un productor puede donar cereal, el acopio brinda la logística. En el caso típico del trigo, pasa del productor al acopio, de éste al molino Clabecq, que nos lo transforma en harina. Y con el maíz, en polenta y en el caso del girasol, en aceite. Y también pasó lo mismo con la carne, donde el productor podía donar su vaca conserva, que pierde valor comercial o es muy bajo. Un fletero dona la recorrida campo por campo, para juntar esas vacas, de ahí se llevan a Mirasur, donde se transforman en medias reses y congelan carne picada en bolsas de 5 kilos, que se envían al Banco de Alimentos, donde también tenemos nuestras cámaras de frío, para luego distribuirlos.
L.V.: ¿Y cómo se financian?
M.B.: A diferencia de otras entidades, nosotros pedimos una contribución a las instituciones que retiran alimentos, que es un valor de $1,50 por kilo de alimentos, que nos permite a nosotros financiar el 30% de los gastos del Banco durante todo el año. Somos una ONG sin subsidios ni nada que nos llegue del Estado y tampoco somos una fundación que tenga un aportante fijo. Entonces esa es una manera de financiarnos. El 70% restante lo cubrimos con los eventos que organizamos, como la correcaminata que organizamos en marzo; la cena que hacemos junto a Fundación CONIN y el remate de vacas que se realiza en noviembre en Liniers.
L.V.: Un avance clave para ustedes sin duda fue conseguir el depósito propio.
M.B.: Para eso contamos con la ayuda, y por eso digo que hay muchas maneras de colaborar, de la firma El Negro S.A., que durante cinco años nos permitió utilizar un depósito que les pertenecía y eso nos permitió ahorrar el dinero que fuimos recaudando y poder construir el tan deseado depósito. Primero conseguimos el terreno y se fue construyendo de a poco y en el año 2007, empezó a funcionar en el predio de Rosales 383.
L.V.: ¿Cómo ha variado la situación alimentaria en la sociedad en estos años de funcionamiento?
M.B.: Nosotros podemos hablar a partir de lo que conocemos de las instituciones con las que nos vinculamos. La sensación es que cuando arrancamos en 2002, estaba la emergencia y tampoco teníamos la experiencia que teníamos hoy, pero había mucha necesidad y muchas instituciones se acercaron para trabajar. Del 2002 al 2005 fue así y a partir de ahí, la necesidad fue decayendo. Fueron cerrando comedores y de los que quedaban, la gente se fue alejando. Del 2009 a la fecha, no se han abierto nuevas instituciones, pero sí se han acercado algunas que no estaban dentro del Banco de Alimentos y lo que nos han contado en este último año en particular, es que se está acercando más gente. Nosotros no atendemos solamente comedores, sino también instituciones que entregan bolsones como Cáritas o Iglesias Evangélicas, etc., que nos dicen esto, se está acercando más gente para pedir comida.
L.V.: ¿Qué beneficios tiene para ustedes pertenecer a la Red Nacional de Bancos de Alimentos?
Sergio Franchini: Los beneficios que tiene es que hay empresas grandes a nivel nacional, que tienen descarte de alimentos y la donan a los bancos. El tema es que hay particularidades por región, como por ejemplo Rosario, que rescata muchas latas, pero bajo potencial en otro tipo de mercaderías. Así se genera un gran intercambio. Nosotros mandamos harina, que es nuestro principal producto a Rosario y desde allá nos mandan arvejas, choclos, porotos y otros enlatados. También intercambiamos con Buenos Aires o Mendoza. Y por otro lado, no es lo mismo que vaya el Banco de Tandil a negociar con Granix o Unilever, a que lo haga una Red Nacional, en representación de los 17 Bancos de Alimentos de Argentina.
L.V.: Han comenzado una campaña interesante en las escuelas...
S.F.: Estamos trabajando mucho sobre lo que es el desperdicio de comida en la familia. Según estadísticas mundiales, el mayor desperdicio se genera en el plato de comida en la casa. No tanto las empresas que producen, sino en el seno familiar. Cuando uno cocina un plato de arroz o de fideos de más, eso normalmente va o al perro o a la basura. Eso conforma el 40% de alimento que se desperdicia en el mundo. Entonces estamos haciendo charlas que apuntan a la concientización de los chicos de escuela primaria, para explicarles esto. Sobre cómo cuidar la comida, ordenar los productos según fecha de vencimiento, hacer un listado antes de hacer las compras, para no acopiar productos que se puedan vencer. También apuntamos a la reutilización de la comida, que en muchas cosas no tiene el hábito. Y después los chicos pueden trasladar esa información a la familia. Y además, estamos haciendo una colecta, para que los chicos colaboren con un alimento, que se van a distribuir entre cuatro comedores. Entonces los chicos van a ver que eso que aportan ayuda a cuatro lugares específicos.
M.B.: También estamos haciendo ver a los chicos que para generar ese producto, hubo que consumir recursos naturales, energía y se contaminó y si encima eso se tira, el impacto en el ambiente es muy grande. Además, con la paradoja de que hay gente que no tiene alimentos.
L.V.: ¿Cómo se puede colaborar con el BAT?
M.B.: Hay diversas maneras de colaborar con nosotros. Con tiempo, por ejemplo, para ir a clasificar alimentos, o visitar alguna institución. O con dinero, o alimentos. No hace falta ser una megaempresa para dar una mano. Todo suma y todo ayuda. Siempre estamos necesitando voluntarios, como cualquier institución de este tipo.
S.F.: Además, actualmente contamos con una base de datos de 130 instituciones aproximadamente y sabemos cuáles son sus necesidades, que a veces no son solo de alimentos. En ocasiones viene alguien con donaciones chicas y nosotros los derivamos directamente a alguna institución que pueda estar necesitando eso.
M.B.: Eso también nos permite, al formar parte de Mesa Solidaria, poder derivar las distintas inquietudes y colaboraciones a otras entidades de la Mesa.
L.V.: ¿Ustedes intervienen ante la crisis de los comedores escolares?
M.B.: Nosotros dependemos mucho de las donaciones y ayudamos en la medida en que podemos. Siempre hemos estado ayudando a los comedores escolares. Pero una cosa que quiero que quede claro es que nosotros no tenemos ni la intención ni las posibilidades de sustituir al Estado. Hacemos una humilde contribución, desde el sector privado, tratando de complementar lo que hace el Estado. Somos un granito de arena. Pero siempre hemos trabajado con las escuelas y este año sí, hubo más acercamiento con los colegios.
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