30 de noviembre de 2021
Bajo el título "Hoy las cosas están más claras", el reconocido artista serrano José Rossanigo se pronunció en su cuenta de Facebook sobre el proyecto de intervención del murallón del Lago del Fuerte, y acusó al Ejecutivo de Miguel Lunghi de querer meter un "caballo de Troya" comercial bajo el manto de una supuesta idea artística.
El autor de "El Broche" afirmó que "la presentación del proyecto para pintar el murallón del lago no es un evento artístico, es un emprendimiento comercial y no es casual que el gobierno local "chapee" con presuntas ideas artísticas para ocultar otras intenciones. Veamos. Los proyectistas de esta idea parecen desconocer los términos del lenguaje visual y esto se confirma con la escasa calidad artística del boceto presentado sumado al desconocimiento de los conceptos de "color" o "contaminación visual".
Su proyecto pretende eclipsar una obra arquitectónica que por sí es una creación única. ¿Saben ellos que este desarrollo va a competir inequívocamente con el paisaje ya fatigado de adjetivaciones?. La presentación del mismo en la Cámara Empresaria parece confirmar las intenciones que avalan comerciantes y empresarios turísticos, a la vez, los más interesados en su concreción. Está claro que nuevamente se bastardea el concepto ARTE para ocultar un fin netamente lucrativo y precisamente, quienes conformamos el universo de las artes visuales locales, en su mayoría, cuestionamos esta mascarada.
Desde principios del siglo pasado paulatinamente se ha ido "cosificando" a las artes (en parte se logró) convirtiéndolas en un bien de mercado susceptible de sus reglas y adaptando las tendencias estéticas del mercado a las apetencias del habitante medio, a la vez generando menos exigencias del observador-cliente. Sin dudas la vara de la crítica artística ha ido cayendo estrepitosamente a manos del consumismo, contrariamente a lo que pretenden las expresiones artísticas. Hoy un proyecto mediocre desea seducir con sus cantos de sirenas marquetineras al ciudadano ya carente de exigencias, en mi ciudad.
También nos enteramos que lo que parecía una idea de jóvenes emprendedores se develaba como un proyecto del ejecutivo local promovido por la profesora Indiana Gnocchini, una de las responsables de la decadencia local en cuestiones plásticas. ¿La profesora evaluó su nuevo proyecto con el mismo rigor crítico con el cual avaló el engendro Movediza de Plástico o el deforme Cristo de las Sierras? Parece que su nivel de exigencia analítica no evolucionó.
El gobierno local nos manda hoy un caballo de Troya multicolor con el que enchastrará una obra que es identidad para mi ciudad, diseñada por Pedro Picandet Bubost, allá por el año '56 e inaugurada por Frondizi el 19 de enero de 1962. Los melones se van acomodando solos y las intenciones van siendo reveladas.
Los términos utilizados por el gobierno lunghista se repiten una y otra vez convirtiéndolos en tedio. "Puesta en valor"(su preferido), "Crowdfunding", "Pinturas amigables con el medio ambiente", "Plataforma digital de cara al mundo", "Sin fin de lucro", "4 años de preparación donde participaron abogados, artistas, ingenieros, sociólogos e historiadores para buscar una nueva identidad del lugar", bla, bla, bla, etc., etc.
Una y otra vez el lunghismo, en su afán de conseguir votos fáciles, promueve esta idea ofreciéndola cual un kilo de salamines picado fino. La pintada del murallón es un proyecto comercial. Nada tiene que ver con la cultura, con nuestra identidad, con la historia y menos aún con el ARTE. El murallón tal cual está es parte real de nuestra historia sin purpurinas meritocráticas ni adjetivaciones innecesarias. El proyecto, de concretarse, podría ser otro engendro lunghista de mal gusto y, de no mediar un atisbo de sensatez estética, mi ciudad seguirá pagando caro los antojos del viejo pediatra que nos conduce hacia un bicentenario tristemente berreta", culminó el artista.
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