12 de julio de 2025
Cuando hay más preguntas que respuestas, más soledades que unión, abundan los desencuentros y no los abrazos, son necesarios los puentes. No quedarse en el lugar de confort y animarse a más. Hoy en La Lupa Random, te contamos y te invitamos a que conozcas "esTan Dil ' tomate", una cooperativa que se gestó en el Centro de Salud del barrio Belgrano. Un compromiso de profesionales de la salud y vecinos, que se transformó en una herramienta integradora que fusiona una necesidad de salud, ecología y fomenta los valores comunitarios.
por
Lorena Medina y Florencia Pendas
Hay situaciones en las que uno busca ayuda pasa sanar
alguna dolencia física, contención emocional, o ambas. En los distintos puntos de
Tandil existen los centros comunitarios y las "Salitas del Barrio". Son centros
de referencia, donde trabajan profesionales de la salud que desde su rol se
convierten en actores fundamentales para la barriada.
Hasta ahí, nada que no imaginemos, pero, ¿si además de la
atención primaria de la que van en busca encuentran una contención que va más
allá? ¿Puede suceder que los profesionales que atienen pacientes de repente
cambien sus guardapolvos blancos por delantales de cocina? ¿Sería descabellado
pensar que una vez que terminan su horario laboral se quedan pensando en cómo
ayudar a esas personas, más allá de la guía, más allá de la escucha y más allá
de las recetas médicas?
Hace unos años Mónica, Gustavo y Víctor, acudían al
centro de Salud del barrio Belgrano, en Cheverrier 338. Moni con patologías de
base, había empezado a encerrarse cada vez más casi no salía de su casa.
Gustavo, también atravesaba por una situación difícil con un deterioro en su audición
que lo dejó sin trabajo, y algunas cuestiones personales, habían puesto en jaque
su salud mental.
En los centros de salud, los pacientes no son uno más,
son vecinos, son familias que se conocen y se ayudan. Qué respuesta se da
cuando un vecino te dice "no tengo para comer", se preguntaban los
profesionales, y ese cuestionamiento empezó a ser el disparador para ponerse a buscar
la respuesta.
Después de indagar y pensar en silencio, al grupo de profesionales
que encabeza la médica Sandra Fraifer, llegó la idea de una cooperativa que hoy
cumple dos años "esTan Dil ' tomate".
"La coope nace como respuesta a una necesidad que vemos
permanentemente en el barrio, es un dispositivo de acompañamiento para que las
personas se reinserten en el mercado laboral, se sientan útiles, puedan
recobrar su autoestima, sentirse valorados", cuenta Sandra, mientras nos
muestra la producción de dulces y conservas, entre las que me tomo la licencia
de mencionar al topinambur como la estrella (más adelante habrá un párrafo especial
para este manjar).
Conocimos a esTan Dil ' tomate, en dos etapas y no en el orden
cronológico de su trabajo, porque primero fuimos a la presentación de la producción
y después presenciamos el "detrás de escena", la cocina.
En la presentación estuvieron todos, contando, mostrando,
invitando a degustar los productos, cantando y bailando. Ser espectadoras de
ese momento fue algo especial. Porque pudimos ver cómo se pintaron de colores e
inundaron de sabores, vidas que parecían grises. Esa noche era el resultado de
que profesionales no se hayan quedado con sólo la atención, sino que hayan
puesto la intención para construir puentes, dispositivos de acompañamiento y
que, además puedan "pararse al otro lado del escritorio" y ser una pata más en
la cooperativa.
"Todo lo que producimos es cosechado en nuestra huerta o
donaciones de vecinos y amigos que son parte fundamental de esTan Dil ' tomate.
Los envases son reciclados y utilizamos la cocina comunitaria Santa Rita para
la elaboración", menciona Sandra acompañada por otros integrantes de la
cooperativa en el día de la presentación.
Hay productos tanto para los amantes de lo dulce como
para quienes apostamos por lo salado. Mermeladas, dulces, Tandilinos
(galletitas de nuez y chocolate), cascaritas azucaradas o bañadas. Escabeches, chutney,
tomates, todo minuciosamente pensado, desde el origen hasta el etiquetado final.
Martes y jueves la cocina Santa Rita, es el lugar de concentración,
para todos. Tardes de producción, charlas, mates, proyectos y también recuerdos.
"A mí me cambio la vida", dice Moni en medio de la charla y nos cuenta un poco
más, "estaba bastante renegada con todo, de mal humor, no quería salir de casa,
tengo una condición que hace que a veces me sienta muy mal o tenga que estar
internada y eso en los trabajos no lo contemplan, no tenés lugar, entonces me empecé
a encerrar cada vez más. La Coope, me hace sentir, no sólo que tengo un lugar,
sino ganas de hacer cosas, salir de casa, tener proyectos, ocupo mi cabeza y
hasta no he tenido crisis de salud". Sandra Fraifer y la psicóloga del centro
de salud, Jorgelina Staneck la escuchan mientras cortan cascaritas de cítricos para
las mermeladas, no intervienen en el relato, pero se les pinta una sonrisa
cuando escuchan a Moni decir con firmeza, que "La coope le cambio la vida".
Gustavo ceba mates y mide la temperatura del dulce de
higos para poder envasar, pero también interviene. Él tiene un emprendimiento
de carpintería, pero también participa activamente de la cooperativa. "Acá encontré
un lugar, porque no es sólo venir a cocinar, es estar en la huerta, participar
de cada actividad, escuchar las propuestas. Me hace bien".
A Víctor no pudimos conocerlo, pero sabemos que las
historias y sensaciones son compartidas, había una vida antes de La Coope y
ahora hay una realidad muy distinta, no sólo para ellos.
"Los vemos a ellos y sabemos que no son los mismos. Moni,
Gustavo y Víctor no son las mismas personas que recibimos hace tiempo en el
centro de salud. Es un orgullo ver cómo han podido superarse, porque además son
una inspiración para otras personas" concluye Jorgelina.
La de "esTan Dil ' tomate" no es la historia de una cooperativa
más, es la prueba de qué puede suceder cuando se ve al otro con una mirada
integral y de acción. Una historia sobre el compromiso de profesionales de la
salud que no sólo tratan a pacientes, sino que ven a esas personas como sujetos
de derecho con necesidades y preguntas que nadie puede responderles y se ponen
en acción para buscar respuestas. Seguramente la vida de ellas tampoco es la
misma, ellas también cambiaron después de animarse a motorizar la coope.
El topinambur como inspiración
Nunca lo había sentido nombrar, ahí estaba hermosamente
envasado el Topinambur, Sandra y Jorgelina nos contaron de sus propiedades, de
lo rico que era. Un tubérculo (similar al jengibre) con un gusto parecido a la
alcachofa. Allí fui a probarlo, presentado en pasta o en conserva, tan rico
como raro. ¿Cómo nunca lo había escuchado nombrar? De vuelta en casa, empecé a
buscar información sobre este descubrimiento. Y mientras leía, no podía dejar de
pensar en el paralelismo del topinambur con las vidas que cambio la coope.
Hay que buscar este tubérculo bajo la tierra, se
reproduce fácil, necesita agua, sol y tiene una flor hermosa, amarilla. Se
cosecha y tiene diversos usos en la cocina, puede ser snack, pasta tipo humus o
sopa.
Moni, Gustavo y Víctor, también necesitaron ir a "escarbar" en sus historias para encontrar el verdadero valor que tienen para la sociedad. La coope fue ese sol que los alimentó y los productos, la flor que refleja este gran esfuerzo.
Contacto
En Instagram @estan_dil_tomate
Direccion: Centro de Salud barrio Belgrano, en Cheverrier
338
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