31 de marzo de 2014
Hace 5 años nos dejaba con un profundo dolor lo irreparable de la muerte de Raúl Alfonsín. Los Radicales perdíamos al militante que aun bajo la asfixia de la dictadura, jamás abandonó la costumbre radical de recorrer incesantemente “los caminos polvorientos de la patria” para llegar hasta donde hubiera un amigo o un militante que necesitara una palabra de aliento, algún dirigente a quien defender de la persecución, algún joven a quien sumar a la causa.
Perdíamos al referente que nos marco el camino con sus ideas humanistas, con su rechazo terminante a cualquier tipo de violencia, con su permanente preocupación por reorganizar el Radicalismo y por mantener activas las relaciones con las otras fuerzas políticas en la lucha contra la dictadura. Al hombre decidido a defender el régimen democrático y comprometido con los derechos humanos y al que no dudo en denunciar lo irracional de Malvinas y lo terrible del pacto sindico- militar que aseguraba impunidad para los militares asesinos y sus cómplices.
Todos los argentinos perdíamos al estadista.
Perdíamos al hombre que nos había propuesto más de 100 años de democracia, al hombre que estaba definitivamente convencido que su gran desafío sería consolidar el sistema y entregarle la banda presidencial a otro presidente elegido por el pueblo, elegido en democracia.
No sería éste el único desafío. Los condicionamientos serian diversos y permanentes. Las demandas de la sociedad también serían permanentes y legítimas.
Raúl Alfonsín tuvo sobre sus espaldas la responsabilidad de llevar adelante un país cuyo contexto económico y social era profundamente complejo y los tiempos breves. Un país con una democracia incipiente, y con militares fuertes, que necesitaba un profundo proceso de reconstrucción colectiva de las instituciones, de los derechos y de las libertades. Una sociedad que, aún con las heridas abiertas por la guerra de Malvinas, ahora reclamaba justicia y castigo inmediato por los detenidos desaparecidos de la dictadura.
Un país “rodeado de países gobernados por dictaduras”, con una deuda externa inmoral e impagable, con un conflicto expreso con Chile por el canal del Beagle que necesitaba una rápida intervención diplomática y con un Peronismo que no había digerido su derrota y que reclutado en el sindicalismo Peronista el 10 de enero de 1984 paralizaría el país con una huelga que sería el inicio para 13 paros generales.
En este contexto, Alfonsín recuperó la herramienta esencial de la política: la palabra y el 10 de diciembre de 1983, acompañado de miles de argentinos encabezo el periodo definitivo de la democracia para el país.
Raúl Alfonsín significa para nuestro país la democracia recuperada y el NUNCA MÁS que será NUNCA MÁS Y PARA SIEMPRE.
El tiempo pasado le ha dado dimensión a sus acciones. Su honestidad le ha dado sentido a nuestras acciones. Su concepción republicana se extraña.
Su legado, sus sueños y sus idean nos quedan.
Julio Elichiribehety
Pte Comité Tandil
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.