15 de marzo de 2013
Continuando con este interesante tema en el cual como ya explicara en la nota anterior en la que transcribiendo un escrito del escritor Ventura R. Lynch (1851- 1883) se describen las costumbres y formas de vida de gauchos federales y unitarios en una época plagada de conflictos internos del país que estaban sin duda dando forma a una nación en ciernes y que a pesar del tiempo transcurrido no termina de conformarse.
Nuestro personaje como es costumbre es: el gaucho que vivió y luchó por una tierra que sentía como propia, pero que las realidades de la historia le hicieron ver que no fue el beneficiario de los réditos que se obtuvieron de esa misma tierra que él mismo abonó con su sangre y sacrificio.
El gaucho Unitario
Consideraciones históricas:
El gaucho unitario aparece con la rebelión del Sud, Castelli y los prohombres de ese movimiento los reunían en “La Loma de la Revolución” (hoy partido de Castelli). Allí los exhortaban y animaban mostrándoles de un lado la tiranía, del otro la libertad. Aquellos paisanos llegaron a hallarse poseídos de un santo amor patrio, semejante al de sus antepasados, los gauchos primitivos.
Viene el asesinato de Castelli y el paisanaje perseguido, unos cruzan el Planchón para refugiarse en Chile, otros vadean el Paraná para internarse en la Banda Oriental o las fronteras de Brasil. El que no puede seguir gana las tolderías. Pero se presenta Lavalle y entonces aquellos elementos dispersos desde 1839 vuelven a su suelo natal, para agruparse en torno de la nueva bandera que se acaba de levantar.
La guerra civil con todos sus horrores y el pan amargo que habían comido en la emigración , inflama en sus corazones un fuego desconocido.
Llega la batalla del “Quebracho Herrado” y es allí donde escuadrones enteros desaparecen bajo la lanza y el cuchillo federal, es donde el gaucho unitario cae peleando como un héroe.
Finalmente viene Caseros, con el acaba la dictadura y con el, el gaucho unitario vuelve al hogar y olvidando sus padecimientos, miserias y rencores, se confunde con el federal en un estrecho abrazo, para legarnos entre ambos el gaucho de nuestros días
Caracteres:
Los mismos que el anterior (gaucho federal), menos el uso de la devisa y la barba, que la usa, bigote solo, bigote y pera o cerrada toda-
Costumbres:
Perseguido, sin hogar fijo por temor que le tocaran el violín (degüello), vagaba por la sabana pampeana, comiendo donde podía y durmiendo donde lo tomaba la noche. En algunas ocasiones acosado por el hombre, favorecido por las tinieblas, llegaba hasta los rodeos, desprendía su lazo, lo lanzaba, cogía un animal, lo degollaba y luego huía llevando su botín.
Es allí donde comienza la historia del cuatrero.
Otras ardiendo en deseos de venganza, afilaba su facón, llenaba de cintas celestes su caballo y su chapeado, penetraba hasta la plaza de los pueblos y allí desmontaba, atento el oído y con las riendas en la mano se ponía a cinchar con toda la cachaza de que puede ser susceptible el gaucho.
Verlo la partida y salir en su persecución era cosa de segundos. Cuando ya la tenia a un paso, de un salto se encontraba sobre su parejero, se golpeaba la boca y haciendo sonar las caronas, emprendía la carrera, guardando una cierta distancia.
Ganaba el campo porque a el le debe su fama. Allí echaba pie a tierra, mataba a uno o dos contrarios, derrotaba al resto y se iba muy fresco a chupar con sus amigos. A el debe su origen el gaucho peleador.
Vestía chiripa, calzoncillo con fleco, bota de potro, poncho de lana o de hilo según la estación. Un ancho tirador de cuero rodeaba su cintura y en su sombrero igual o semejante al de los federales, no se ostentaba divisa alguna. No se caía el facón de la cintura, ni en sus manos falta el inmortal talero. Todas sus canciones eran unitarias y no bailaba “El Federal” por no acordarse de Rosas.
En la ilustración que acompaña la nota, vemos la genial interpretación que hace Carlos Montefusco (contemporáneo) de esa situación de desafío a la mazorca, donde si la reproducción lo permite vemos al paisano de sombrero, chiripa y cojinillo de hilo azules, una cinta azul prendida de las boleadoras y otra en la testera de la cabezada del overo (muy parecido a uno que supo ser de propiedad de un tal Félix B. Meineri, paisano de nuestro pagos del Tandil), lo que corrobora a través de la obra del artista, un profundo conocimiento de nuestra historia y sus particulares acontecimientos, dando a la misma el titulo de “En tierra de colorados”, mas claro... -.
Bueno amigos espero les haya gustado la nota, y ah! paisano, hágase una gauchada, dése una vuelta por la sala de Hemoterapia de “nuestro” Hospital y done sangre, el pago agradecido, hasta la próxima. rincontradicionalista@hotmail.com
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