Policiales. Un joven se ahogó en las aguas del Lago

Cuando la jornada se tornaba agobiante, trepando a su pico máximo de temperatura (35° C), y mientras centenares de tandilenses y turistas atemperaban sus cuerpos calientes con las limpias aguas del balneario concesionado por el Municipio, la suerte trágica de un joven se iba a echar en las siempre peligrosas aguas nada limpias del Dique del Fuerte. Apenas a unos metros del paraíso terrenal, un pibe encontró su final en los fondos siempre inconclusos del tradicional espejo de agua.
Según las escuetas y cautelosas voces oficiales, por causas que tratan de establecerse el joven, identificado como Daniel Fuentes, de unos 25 años de edad y con residencia en el paraje la Unión, se sumergió en el espejo de agua, entre el desagote que trae el agua del arroyo que llega de La Cascada al puente peatonal de cemento que da a una de los pequeños islotes generalmente ocupados por pescadores. Allí, en los fondos, tras unos minutos de búsqueda de un buzo del destacamento de Bomberos, se logró encontrar su cuerpo, ya sin vida.
Para ese entonces, ya la presencia policial como de curiosos transformó la escena en una maraña alrededor del cuerpo, que sería luego trasladado a la morgue del hospital Ramón Santamarina para determinar fehacientemente las causales del deceso.
Con ese dato, el fiscal interviniente, doctor Damián Borean, sumado a una serie de testimonios que se tomarían por éstas horas, servirían para completar la causa que al cierre de esta edición seguía caratulándose como "averiguaciones de causales de su muerte".

VERSIONES
Siempre al decir de versiones recogidas en el lugar de los hechos, minutos antes de llegar a las 17, fue cuando el joven habría decidido pegarse un chapuzón. Dejó su bicicleta y parte de sus ropas ante la vista de dos menores y se lanzó para nunca más aparecer en la superficie.
Se llamó al 101, y ya por ese entonces se había apersonado un efectivo, quien de todos modos se mostró prudente y prefirió esperar la llegada de especialistas en la materia (léase un bombero que practica buzo), mientras que los testigos circunstanciales le increpaban el porqué de su nulo accionar de salvataje.
El charco de agua, en verdad, resultaba de semejante mugre que era imposible bucear sin los elementos pertinentes, por eso más allá de los intentos voluntariosos de ciudadanos comunes, se debió esperar la llegada del bombero en cuestión.
La curiosidad que le comprendía a una buena parte de los presentes era que la fatalidad se había producido en un lugar donde supone escaso caudal de agua. Sin embargo, el uniformado que actuó dio cuenta que en determinados puntos del espejo, entre el agua y el fangal del fondo hay una profundidad respetable. Incluso se especulaba con que la víctima se pudo haber enganchado con algún elemento no identificado en las oscuras aguas del Dique.
La fatalidad también llamó la atención de varios de los presentes como de aquellos que fueron enterándose de la tragedia como reguero de pólvora, dándose cuenta que el escenario luctuoso comúnmente es utilizado por vecinos para bañarse, tal vez sin medir la peligrosidad del lugar.