18 de marzo de 2008
En el año 56 cuando Elvis Presley le grabó sorpresivamente una canción dedicada a su madre (All Right Mama) no sólo se alertó el mundo de la música, sino el ala más conservadora del macarthismo republicano que estalló cuando se escuchó el Rock de la Cárcel y el muchacho de Memphis movía sus caderas (“Elvis mueve la pelvis”) y frente a las cámaras de televisión, los políticos rompían sus discos.
No sólo subsistió Presley sino el rock and roll.
Ha pasado medio siglo y el rock sigue subsistiendo porque ya es indiscutible que es una cultura del siglo XX que se prolonga, con sus fortalezas, debilidades y picos de máximo esplendor. Los japoneses también rompieron discos de los Beatles cuando Lennon declaró que era más famoso que Jescucristo después que se grabara Sargents’Peppers considerado el mejor álbum de la historia. Deep Purple, la banda más pesada del rock de los 70 –que acaba de estar en Buenos Aires- grabó otro disco inolvidable junto a la Filarmónica de Londres. Hasta el mundo clásico los aceptó.
El rock nació como rebeldía y si algún día muere, cosa dudosa, deberá hacerlo en ese estado, a pesar que el sistema devoró buena parte de él y muchos músicos se hayan domesticado ante los dictados de la industria.
Hoy, vive. En Tandil, hasta el año pasado, había 89 bandas que cultivaban el género lo que supone alrededor de 400 jóvenes músicos que cultivban algo más que en un género. La mayoría ensaya pero no tiene lugares donde tocar, lo hacen en pubs yen pocos lugares más donde pueden expresarse.
La introducción bien vale para relacionarla con la presentación de Intoxicados en nuestra ciudad que originó la ruptura de un vidrio en el Centro Cultural Universitario y ruidos molestos que molestaron al vecindario. Si bien todo esto es atendible bastaron estas situaciones para demonizar al rock. Sobre el recital propiamente dicho no se han escuchado ni leído observaciones respecto a un fenómeno que fue multitudinario lo que, se supone, aún para criticarlo, merecía una mayor atención.
Intoxicados atrajo a muchos fans de Tandil pero también de la zona y lo curioso de todo es que durante la semana se habló nada más que de la controvertida figura del líder de la banda, Pity Alvarez que, en verdad genera controversias. Pero nadie habla de la música y del recital, como si fuera un hecho secundario. Poner en primer plano que el cantante se drogue, hace recordar al discurso de la dictadura que recomendaba no escuchar a Mercedes Sosa porque era comunista, algo que, para el Proceso, era peor que la marihuana.
Si se toma el espectáculo propiamente dicho no puede obviarse que el concierto fue más que atractivo y que Intoxicados es una banda que merece consideración. Nótese una consideración: uno de sus temas más conocidos, del segundo álbum, “se está poniendo el sol...”, fue usado por Mauricio Macri en su primera campaña para legislador. Ahora no la tocan más. Aunque el público delira con “pila, pila” hay otras canciones que merecen consideración mayor. Algunas muy zafadas, es cierto, otras hasta de ingenua melodía, algo parecido al equilibrio propio de los Stones en una misma línea rockera musicalmente hablando.
Intoxicados es la remake de Viejas Locas, banda que nació en el menemismo y que debe su nombre al poner al desnundo a una sociedad que así llamaba a las Madres de Plaza de Mayo cuando daban vueltas por la plaza mientras se festejaba el Mundial 78, con Menotti y Videla a la cabeza.
Había y no casualmente más camisetas de Viejas Locas que de Intoxicados. Los pibes han aprendido a recordar aún lo que no vivieron.
Pese a la figura cuestionada y televisamente explotada del líder, desde el escenario no hubo exaltaciones hacia la violencia, apenas si Piti, emulando tímidamente a The Who en los años 60, tiró su guitarra, que había sonado esplendorosa, a un costado. Después todo fue normal, salvo la interrupción por un accidente desgraciado de un servidor de seguridad privada que tuvo un shock de corriente eléctrica por una de las mangueras de sonido. No es, claro, un dato menor y esto debe ser tenido en cuenta por los plomos de la banda ya que lo sucedido nada tuvo que ver con el sistema general eléctrico de las instalaciones.
Si no se quiere hablar de música porque los rockeros incomodan y es mejor hablar de los incidentes, digamos que lo que sucedió fue la rotura de un vidrio de la puerta que da al llamado salón de los espejos del Centro Cultural: la organización del empresario que organizó el espectáculo determinó que esa era la única salida ya que por la puerta principal debían salir los músicos y los equipos. Tanta gente pugnando por salir y otros afuera por entrar para ver si podían ver a sus ídolos ya que no pudieron ingresar porque no tenían plata para la entrada -$35- produjo un cuello de botella. El apretujamiento ocasionó la rotura de un vidrio que se completó cuando un irresponsable, desde afuera, tiró una piedra y terminó de romper el vidrio, lo que incluso mereció la reprobación de los mismos jóvenes, aunque cabe aclarar que había gente mayor, incluso con sus hijos, que sabían que no entraban a una especie de Cromagnon, psicosis que convengamos ayudó a dimensionar el hecho de la rotura de una puerta.
Luego ocurrió que alguien abrió una ventana para acelerar la salida y así fue que la mayoría, haciendo pie en un calefactor que quedó achatado –atención para la crónica policial- saltaron hacia fuera.
El recital terminó a la 1,10 y a las 2,20 el afamado Piti, con una cerveza en cada mano, se fue solo con otro amigo, caminando hacia el Plaza Hotel. Sólo lo esperaban tres chicas que le dieron un beso y el cronista de este Diario que se abstuvo. A esa hora todo había terminado.
Al día siguiente el concierto pasó a segundo plano. Los vecinos se quejaron por los ruidos molestos y razón les asiste. Cada uno vela por sus propios intereses. Dormir y escuchar rock and roll es un derecho de las partes. Está sujeto a discusión si Tandil tiene o no espacios físicos para eventos de alta envergadura y masivos como el rock como también se han hecho en El Cielito y en el Club Independiente. Ya hubo un antecedente cuando Zanatelli no quiso que tocaran los “ricotitos de redonda” (frase célebre) y la presión del periodismo y de los políticos opositores hicieron que finalmente actuaran en el Estadio Municipal.
Algunos de esos políticos hoy se rasgan las vestiduras diciendo cómo se permite que una “banda de drogadictos y seguidores borrachos” se le permita actuar en Tandil. Son los mismos que se enojan cuando se dice que “todos los políticos son corruptos”. Hay que separar la paja del trigo para no caer en la demonización de un movimiento cultural que, como la política, tiene de todo. Si se usa el mismo esquema de la dictadura, entonces sí tendremos viejas, locas e intoxicados. Si esto ocurre, como sociedad volveremos al 76, aún en democracia.
Ah, por si alguien no sabía, el concierto estuvo bueno.
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