31 de mayo de 2025

LA LUPA RANDOM

LA LUPA RANDOM. "Encontramos en la donación el propósito que nos dio fuerza para atravesar el dolor"

Vanesa es una mamá que paso por el doloroso momento de decidir si su hija seria donante luego de una tragedia que le produjo muerte cerebral. La otra cara de una misma realidad, la importancia de los trasplantes, el dolor cruel de la pérdida y la responsabilidad de una decisión.

por
Lorena Medina y Florencia Pendás

En La Lupa Radom siempre le damos un lugar especial a la donación de órganos, la semana pasada con la nota a Dano y Juan Martín mostramos la vida tras una segunda oportunidad. También hemos contado sobre las familias que esperan. Pero faltaba una visión. Esa cara que cuando la moneda se lanza al aire nadie quiere que le toque, ser una familia donante.

Cuando uno habla de donación de órganos, por supuesto enfatiza en las posibilidades de vida para niños y adultos que esperan. Pero también hablamos de familias que duelan a adultos y niños que fallecen. Ya conociendo y visibilizando los pedidos y los ejemplos de vida de trasplantados, sentimos que es fundamental conocer la otra parte, para no hablar a medias de la enormidad de la donación.

En los primeros días de febrero de 2024, Vanesa de profesión enfermera fue con su hija Luna a la pileta en la que ella estaba trabajando. Era un día de sol pleno, mientras su mamá trabajaba, Luna, que no era muy demostrativa en público, estaba con amigos. Pero en un momento su mamá levantó la vista, y vio cómo ella con las dos manos formó un corazón y le tiró un beso a la distancia. Un segundo después todo era un caos. El guardavidas, sacó a Luna de la pileta, Vanesa corrió y empezó a hacerle RCP mientras llamaban a la ambulancia. La desesperación era total, la ambulancia llegó y se la llevó impidiéndole a Vanesa subir (ese es otro capítulo que deberá resolverse en la justicia).

Ya en el hospital el panorama no era nada bueno, Vanesa había estado ahí y sabía todo lo que había pasado, lo que habían hecho, sabía que no era una situación fácil. Pero no estaba preparada para eso.

"Al día siguiente del accidente empezó a llover, llovió todos los días siguientes y yo me preguntaba ¿por qué no había llovido antes? Porque si hubiera llovido, no hubiésemos ido a la pileta y esto no hubiera pasado. Tantas preguntas me hice, imagine qué cosas podría haber cambiado para no llegar a ese final. Pero es un momento, después volves a la inevitable realidad", cuenta Vanesa que tuvo la amabilidad de compartir su historia con nosotras café de por medio.

Pasaron algunos días hasta el momento en el que le muestran a Vanesa y al papa de Luna, la resonancia de su hija. Ella por su profesión advirtió enseguida el diagnóstico y le dijo a Carlos, "ahora viene la parte en la que nos preguntan si queremos donar los órganos de nuestra hija".

Y la verdad, yo que tantas veces en las campañas de donación pedí que se pusieran en mi lugar, ahora no pude ponerme en el de Vanesa. Acercarme a su experiencia me causa un aturdimiento y un dolor que me eyecta de ahí. No puedo.

"La resonancia estaba completamente negra, no había actividad cerebral y había que tomar una decisión. Pero es importante que sepan que, para llegar a la determinación, teníamos que aceptar que nuestra hija había fallecido. Yo la veía a Luna dormida, así estaba y no saben lo difícil que es aceptar que ya no va a estar", cuenta.

"Pero en ese momento dije, yo no quiero que esto no sirva para nada, yo necesito que, si vamos a pasar por esta mierda, sea por algo. Y con el papá encontramos en la donación el propósito que nos dio fuerza para atravesar el dolor", confiesa.

"Cuando le conté a mi hijo, él se enojó mucho, entonces hablé, le dije que gracias a Luna alguien iba a poder ver un amanecer, un nenito iba a poder salir de un banco de diálisis y jugar a la pelota, una nena en un futuro podría ser mama. Nos abrazamos y lloramos mucho".

El 10 fue a ablación y automáticamente salió el sol. La gente del operativo, colegas enfermeras que Vanesa conoce, le dijeron "parece que hubiera esperado, porque si esto pasaba antes no iba a poder hacerse el operativo con lluvia o tormenta no se pueden hacer los traslados".

Todo parecía encaminarse para que el propósito se cumpla, una pequeñita luz empezaba a disipar la oscuridad de tanto horror. Luna fue una donante multiorgánica, eso significa que varias personas salvaron o mejoraron su calidad de vida, gracias a la donación.

Ese día Vanesa recordó una foto que le tomo a Luna remontando un barrilete y la publicó en sus redes, con la leyenda "Volá alto, el milagro sos vos". "Sabía que en esa semana muchas personas publicaron cadenas de oración, pidiendo un milagro para ella, pero el propósito era otro, terminó ella siendo el milagro para otros", reflexionó.

¿Y después qué?

"En el duelo uno hace lo que puede, haces un esfuerzo sobrehumano para poder respirar. Es querer morirte todos los días porque duele, duele mucho, es insoportable...pero no te morís".

Vanesa encontró, en esta suerte de distintos propósitos, los motivos para seguir un poquito más. En junio de ese año, Luna cumplía los 15 años y antes del accidente había recibido el regalo, pasajes para cumplir su sueño de conocer la nieve.

"Cuando paso todo esto, se me ocurrió cortarle el pelo. Lo tenía larguísimo...hice dos trenzas le corte un pedazo de cada una y en ese momento le prometí que, como fuera, la iba a llevar a la nieve. Y así fue. Ese viaje que iba a hacer con ella lo hice con su hermano y allí, quedo un pedacito de su trencita. Le voy cumpliendo promesas y eso me hace seguir un poquito más", cuenta.

"Soñe una sola noche con ella, me había acostado con culpa, me debo haber dormido llorando y en el sueño la vi ahí, sentada como india al lado mío y con las trenzas cortas. La toqué, y le pregunte si estaba enojada conmigo porque no la cuide y me dijo "No mami yo no estoy enojada con vos, era el día en el que tenía que irme. Tranquila que yo estoy bien". Pero lo más impactante de ese sueño fue que me mostro en su pecho muchas lucecitas que se movían lento y me dijo "mira mami todas las vidas que salvamos".

"Así continua la vida en pausa, algunos días mejor y otros siento bronca, hasta que entiendo que el resto no tiene la culpa de seguir con su vida, sino que el problema es que uno, yo no se qué hacer con la mía", dice Vanesa, ya permitiéndose sentir cada emoción.

Las campañas de donación

Respecto a las campañas de donación de órganos Vanesa confiesa "es un poco ambiguo el sentimiento, por un lado, me pongo en lugar de la mamá que está esperando, pero por otro lado siento que hablan con mucha liviandad. Que tal vez en su necesidad, no dimensionan lo difícil que es decidir la muerte de un hijo o un ser querido. Me gustaría que las campañas sean un poco más cuidadas, sé que es necesario concientizar, pero teniendo en cuenta todas las partes."

Sin embargo, reafirma que "más allá de eso, también reconozco que en esa semana en la que Luna estuvo conectada lo único que me hizo sentir que esa tragedia tenía un propósito, fue pensar en la donación de órganos. Pensar en que ella podía darles la posibilidad a otras personas de vivir mejor, nos dio fuerzas".

Hoy Vanesa además de continuar con su profesión de enfermera, estudia una diplomatura en Tanatología, con la esperanza de en un futuro, cuando se sienta más fuerte, poder acompañar a otras familias a transitar una pérdida tan dolorosa como la de ella.

Hablar con Vanesa me completó, me hizo sentir que no hablamos distintos idiomas y también pensar en la necesidad de idear una campaña de concientización en la que se incluya a las familias donantes. Darles lugar también a expresar su dolor, conocerlas. Saber que no estamos en distintas veredas sino en la misma, con distintos dolores tal vez, pero nos une un infinito abrazo de gratitud.

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