8 de mayo de 2025
Productores Aapresid hacen un balance de la pasada fina y recomiendan sobre elección de variedades, manejo de nutrientes y adversidades y "el doble valor" de anticipar la cosecha en cebada.
El trigo volvió a posicionarse en la región como el cultivo invernal más estable. Con el regreso de las lluvias en noviembre, logró expresar buenos potenciales, con rindes que promediaron los 5.200 kg/ha, e incluso treparon por encima de 6.500 kg/ha en lotes bien manejados.
La cebada, en cambio, mostró su talón de Aquiles. La
combinación de déficit hídrico con golpes de calor debilitó las espigas y
multiplicó las pérdidas al momento de cosecha. Si bien algunas variedades
mostraron buenos rindes (promedio de 4.790 kg/ha), la sensibilidad del cultivo
quedó nuevamente expuesta.
Lección 1: quien se
demora en cosechar la cebada, "pierde x 2"
Uno de los grandes aprendizajes de la campaña fue que, en
cebada, esperar para cosechar puede salir muy caro. "Tenemos claro que las
pérdidas por esperar son mayores que por cosechar húmedo", afirma Hugo Gonzalez
Abba, ATR de la Regional Aapresid Mar del Plata.
La lógica tradicional de esperar a que el grano baje a 13%
de humedad para clasificar como cervecero ya no cierra: cuando se espera
demasiado, llegan las lluvias, el viento, y las espigas caen al suelo,
provocando pérdidas que pueden superar los 1000 kg/ha. Por eso, muchos eligen
cosechar antes, aun sabiendo que los primeros camiones saldrán como forrajera.
"El rinde vale más que el precio", resume el ATR.
A eso se suma un factor clave en la ecuación regional:
liberar el lote a tiempo para la soja de segunda. En esta zona, sembrarla
temprano significa mayor potencial y menor exposición a heladas. "Así lo
expresa la cosecha de soja de 2da en curso, que marca rindes muy superiores en
lotes que vienen de cebadas cosechadas temprano", agrega. La lección: esperar a
cosechar puede costar rinde dos veces: en la cebada que se desgrana y en la
soja que se demora.
Lección 2: ciclos
largos y estabilidad, la fórmula del trigo
En trigo, los ciclos largos superaron en más de 500 kg/ha a
los cortos. Baguette 802 lidera por su estabilidad, mientras que Baguette 820
gana terreno por su buena sanidad, aunque con algo más de variabilidad en rendimientos.
"Está bien querer ahorrar una pasada de fungicida, pero lo que realmente hace
la diferencia es el potencial de rinde y la estabilidad del cultivo", concluyó
Gonzalez Abba.
La cebada, en cambio, continúa concentrada en pocas
opciones: Andreia, Montoya y Overture dominan la escena, pero siguen las
complicaciones logísticas y comerciales para la cervecera: demoras en el
retiro, rechazos por calidad y primas que no siempre compensan el riesgo.
Lección 3: salir del
piloto automático es la mejor receta contra las malezas difíciles
El control de malezas sigue siendo uno de los principales
desafíos técnicos. Las crucíferas, se consolidan como las más problemáticas,
avanzando desde el barbecho largo hasta estadíos vegetativos. El doble golpe
aún funciona, pero surgen escapes que obligan a repensar estrategias.
Para raigrás, crece el uso de residuales como pyroxasulfone
en presiembra, junto a pinoxaden o pyroxsulam como rescate postemergente. En
hoja ancha, flurocloridona y diflufenican siguen dando resultados, aunque
preocupa el uso reiterado del mismo modo de acción - especialmente porque se
repite en girasol - por este motivo, rotar estrategias ya no es una opción, es
una necesidad.
Lección 4: la
nutrición con N pide ajustes
En materia sanitaria, no hubo sorpresas, pero sí
reafirmaciones. La roya amarilla en trigo y la mancha en red en cebada siguen
liderando el ranking de preocupación. El manejo se mantiene con la combinación
habitual de triazoles, estrobilurinas y carboxamidas. Mientras en trigo aún se
prescinde de una segunda aplicación en algunos casos, en cebada, la doble
pasada sigue siendo norma.
La nutrición también pidió ajustes. El Nan, tradicional
indicador de nitrógeno mineralizable del suelo, comenzó a mostrar resultados
inconsistentes entre lotes y campañas. Por eso, algunos productores apuestan a
franjas testigo sin fertilización para medir el aporte real del suelo según el
rinde. "Tenemos que contrastar lo que dicen los análisis con lo que realmente
ocurre en cada ambiente", explican.
Mirando hacia la fina
25/26
Las lecciones de la campaña 24/25 fueron claras: más que
buscar el mejor precio, hay que evitar las pérdidas. El manejo integrado -
desde la elección varietal hasta la logística de cosecha - fue el diferencial.
Y hacia la próxima campaña, la apuesta está en seguir afinando la secuencia de
cultivos, diversificar modos de acción en malezas y ajustar el uso de insumos
en base a información real de cada lote.
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