5 de julio de 2025
Hoy en La Lupa Random te contamos la historia de Natalia, una mamá que aún con el "alma rota", no bajó los brazos. Visito juzgados, psicólogos, abogados, policía y denuncio a su hijo para lograr una internación que lo saque de las drogas. Hoy armó una agrupación a la que muchas familias acuden, para encontrar una guía, un acompañamiento y llegar a la aceptación que les permite dar el paso de ponerse en acción.
por
Lorena Medina y Florencia Pendas
Natalia es una mamá que debió aprender a aceptar,
enfrentar temores, utilizar las frases más duras y transitar momentos muy
dolorosos para sacar a su hijo de las drogas.
Todo empezó cuando Alex era un adolescente, pero eso la
familia lo supo después. "La parte más dura empezó cuando comenzaron a llegar a
casa, citaciones del juzgado de menores. Eran causas por hurto, pusieron a una
chica a hacer visitas, ella, que también se llama Nati, hacia seguimiento de la
escuela que nos ayudó mucho, porque no tuvo una escolaridad continua. Pero las
causas en la justicia se seguían juntando y la situación empeoraba porque
estaba por cumplir los 18 años", cuenta Natalia Lorea, mientras hace un mate
que comparte con nosotras, al igual que su historia.
Si el porte de esta mama fuera proporcional a su
fortaleza, debería ser una gigante, pero no. De voz fuerte y segura, Natalia que
es hoy la voz de muchas otras mamás trae a su mente algunos de los momentos más
duros que debió pasar para llegar a internar a su hijo en busca de una
recuperación.
Cuando la situación de Alex comenzó a complicarse, hubo
dos cosas que ésta mamá tenía en claro: que no quería a su hijo ni preso, ni
muerto. Tal vez de allí saco la fortaleza para tocar cuanta puerta se pusiera
delante y ante cada negativa o falta de respuesta, repetirse una y otra vez
como un mantra, "No voy a bajar los brazos".
"Hice todo lo posible para sacarlo de las drogas, me
llevo un montón de tiempo y trabajo recuperarlo. Fui a juzgados, psicólogos,
policía...hasta que conseguí una internación compulsiva, fue duro, era la última
carta que me jugaba con él y salió", relata.
Su hijo había empezado con algunos cambios de
comportamiento, pasaba poco tiempo en casa, pero se lo adjudicaban a la
adolescencia, las juntas. Hoy después de que hace más de un año, Ale salió de Vencer
(la quinta donde lo internaron para recuperarse), tienen en claro que, en ese
momento, no querían ver lo que estaba pasando. Con el tiempo y el cambio a
sustancias más duras, la situación se fue complejizando.
"Mi casa era un descontrol, no podíamos salir a ningún
lado porque nos robaba lo que teníamos. Nosotros trabajábamos, entonces, eran
mis hijas las que tenían que quedarse y se privaban de hacer un deporte o salir
para cuidar la casa. Nos peleábamos todo el tiempo, por una cosa u otra, no se podía
vivir así".
Hasta ese momento Natalia pensaba que su hijo podía revertir la situación, pero
un día paso lo que creyó que nunca iba a pasar, "me robo", cuenta, "ahí entendí
que él ya no tenía registro ni control de nada, ese día se me partió el alma",
se lamenta.
"Entonces lo senté y le dije que quería que se fuera. Con
todo el dolor del mundo, lo eché, pero me propuse, en esos días lograr la internación.
Fui a la comisaria de la mujer y lo denuncié por robo y por agresión. La chica
que me tomo la denuncia me advirtió que era grave, que podía lograr la internación,
pero también había riesgo de que lo lleven detenido y yo le dije que sea lo que
tenga que ser, pero que lo quería vivo".
La denuncia la tomaron y le avisaron que en unos días la recibirían
en el juzgado, entonces Natalia comenzó a recopilar todo lo que había hecho
hasta el momento, todas las puertas que había tocado sin conseguir respuesta,
era la última carta y había que prepararse para que saliera bien la jugada.
"Mientras, él seguía fuera de casa. Había noches que lo veíamos
que venía a dormir a la puerta pero no le abríamos. Los vecinos por ahí me
contaban que lo veían por la calle y yo trataba de no pensar. Hasta que un día
me llamaron a la mañana, me dijeron que iban a hacer el procedimiento para la internación
compulsiva, un patrullero lo salía a buscar y otro, venía a la puerta de casa".
A todo esto, en su familia nadie sabía que ella había comenzado el proceso de judicialización
de Alex. "Llame a un amigo, Gastón Canale, para que me ayude a contarle a mi
marido que a Ale se lo iban a llevar y que era lo mejor, porque estaba segura
de que él no iba a permitir que se lo llevaran".
Ese día su hijo fue a su casa y ella le abrió la puerta, lo
vio sucio y con hambre. Ale se bañó y se acostó a dormir y fue en ese momento que
ella llamo a la policía para que el operativo comience.
"Es un llamado que esperas, pero no querés que llegue,
porque es tu hijo, no fue fácil pero accedió a subirse al ambulancia, yo lo
acompañe", recuerda Natalia, que sintió que ese día podía ser el primero de una
vida nueva para Alex, su bebé. Un niño con el que había transitado momentos muy
difíciles de pequeño con cuestiones de salud. Pero ahí estaba una vez más sosteniéndolo,
en otra prueba, tal vez una de las más complejas.
Hoy después de dos años de tratamiento en Vencer, una quinta
que tiene varias sedes (Alex estuvo en la de Zarate), Natalia se propone ayudar
a otras familias en este camino, porque "más allá de ayudar a un chico adicto,
creo que hay que empezar por la familia. Verlo a él así, me hace sentir la
necesidad de estar para otras mamás".
Ahora por fin Natalia siente que las caminatas de regreso
del juzgado pensando, los llantos ahogados en un banco de la plaza del centro y
las noches pensando en donde estará Ale, si pasaría frio o hambre, tenían un propósito.
"Yo no tenía con quien hablar, a quien preguntarle. Volvía de los juzgados frustrada
y no tenía donde apoyarme."
Con esta intención creo un grupo para familias de adictos
que busca dar contención desde la experiencia de lo vivido, que lleva como nombre
la frase que nunca dejó de repetirse "No bajo los brazos".
Algunos datos de la agrupación
"En el grupo de whatsapp hay familias de Hinojo, Bahía
Blanca, Mar del Plata, Necochea. En Tandil, estamos en contacto con más de
treinta familias desde noviembre, que empezamos, al día de hoy. Hasta abril habíamos
contado una docena de internaciones en el grupo". Las familias la contactan con
una frase que ella alguna vez pensó, pero que no permitió que se le hiciera
hábito, "no sé qué más hacer". "Hay familias que la pasan muy mal, sobre todo
las familias de las mujeres adictas, que en varios casos también son mamas.
Algunas se prostituyen, se exponen de una manera que uno no imagina y hay que
estar para ellas".
Contactate
Facebook: No bajo los brazos
Instagram: @nobajo_losbrazos
Whatsapp: 2494 217100 (Natalia)
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