17 de junio de 2025
La confirmación de la condena y proscripción política a Cristina Fernández de Kirchner por parte de la Corte Suprema, integrada por Jueces nombrados mayormente por decreto y vinculados a distintos sectores de poder, y a pocos días de que ella anunciara su intención de postulación para las próximas elecciones, sienta un antecedente terrible para nuestra joven democracia.
Primero, porque la causa fue absolutamente irregular en toda su forma y no hay ninguna prueba en contra de Cristina. Segundo, porque con la proscripción están impidiendo ejercer el derecho a elegirla que tiene una parte importante de nuestro pueblo. Y tercero, porque todos sabemos que el ataque del partido judicial contra Cristina es un medio que encontró el poder económico, el poder real, para sentar un precedente contra un gobierno que se atrevió a desarrollar políticas de distribución de la riqueza, de ampliación de derechos, de invertir en ciencia y tecnología, en educación, salud pública, en soberanía, en desarrollo industrial. En fin, es la persecución contra una ex presidenta que no gobernó como un apéndice de los poderosos y ganadores de siempre, sino para el país y las mayorías sociales.
La odian por ser mujer y peronista. Pero no la quieren
presa sólo por ser mujer, sino porque se animó a tocar intereses y a mostrar un
camino: no hay movimiento nacional y popular sin lucha, sin pueblo, sin tocar
intereses de los poderes rancios que se quieren quedar con nuestra Patria. Y
este es el mayor mensaje: Cristina no pertenece a una organización o a un
partido, es un símbolo de un pueblo que no se deja gobernar por intereses
coloniales.
Cristina es inocente. Pero fue condenada. Porque está en
medio de una guerra judicial que se libra en toda América Latina para perseguir
a las y los líderes políticos que construyeron una Patria Grande y se
resistieron a volver a ser colonia o patio trasero de los dueños del mundo.
No nos victimizamos. No nos quedamos en casa militando
con el dedito. Salgamos a la calle, hagamos cuerpo colectivo. Unamos todas las
luchas. Luchemos ahora, porque es cuando hay que luchar. Luchemos porque vienen
por nuestras vidas y por todo lo que amamos.
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