16 de agosto de 2025
Mañana en el día de las infancias, muchos niños y niñas recibirán su regalo. Habrá, como siempre o quizá más, eventos, colectas, caravanas. Hoy La Lupa Random, se posa en esa niñez que no tiene motivos de celebración el resto de los días del año. Esas infancias solitarias, que no hay que hacer muchos kilómetros para encontrarla, solo con afinar la mirada podemos verlas, aquí nomas, en nuestra ciudad. Nicolás Habarna, un docente que, aunque ya jubilado, no ha cesado en su compromiso y aún le brillan los ojos al pensar en que un mejor futuro para nuestros pibes es posible, lo cuenta.
por
Lorena Medina y Florencia Pendas
Desde que empezamos La Lupa Random, nos propusimos contar
historias que de algún modo permitan tener otra óptica de las cosas cotidianas
o enfocar sobre algo desconocido que, por supuesto tenga que ver con nuestra
ciudad y nosotros, su gente.
A veces el enfoque no es el más lindo o agradable, pero
siento que ocasionalmente lo que duele e interpela, también enseña. Nos pone a
prueba, nos educa y para aquellos que estamos convencidos de que uno nunca deja
de aprender, es necesario.
Mañana es el Día de las Infancias, de la Niñez o del
Niño, como decíamos cuando era pequeña, dejo en las y los lectores la
posibilidad de elegir cómo llamarle, pero por favor no se detengan acá, lo que
hoy nos moviliza es ¿qué es lo que vamos a celebrar? ¿Qué están viviendo hoy
nuestros niños y niñas?
Nicolás Habarna es docente, aunque ya se jubiló, una gran
parte de su corazón está dedicado a seguir trabajando en infancias, adolescencias,
en el barrio y con Pachacamac.
Empezó en la década del '80 cuando junto a otro profesor
del colegio San José empezaron a soñar con lo que hoy es Fundación Pachacamac,
que trabaja en educación y salud en comunidades del Norte de nuestro país.
En el 2015 se jubiló y un tiempo después lo convocaron
desde el municipio para un proyecto que era desarrollo humano y urbanístico del
barrio movediza, era un programa que bajaba de Nación. "En principio no me
gustaba mucho, un poco por prejuicio y otro poco por desconocimiento.
Insistieron bastante, fuimos a la reunión y largamos con el trabajo", cuenta
Nicolás mientras compartimos unos mates en el espacio Nido.
"El proyecto era de acompañamiento a través del deporte,
trabajo con adultos mayores. Había lineamientos, pero no era algo muy
organizado y además había que conocer el territorio para saber cómo aplicarlo. Entonces, salimos al barrio".
Cuando Nicolás habla de caminar las calles de Movediza empieza
a apasionarse en el relato. "Tenía experiencia en Jujuy, Salta, algo en el
impenetrable, por haber ido con Pachaca, pero no en nuestra propia ciudad con
sus problemáticas. Caminamos el barrio, en invierno, en pleno Movediza 2, nos
encontramos cara a cara con esas necesidades que no todos conocen.
Antes no me entraban tanto las balas, pero ahora...si yo
hoy encontrara lo que encontramos en aquel momento, no sé cómo haría."
Levanta la vista para volver a ese instante en el que la
realidad le calo los huesos y le puso enfrente a una imagen que nunca va a
olvidar. "Llegamos a una esquina en la que había una construcción toda de
chapa, estábamos con el barro hasta la rodilla, pero era pandemia y teníamos que
repartir alimentos. En ese momento uno de los chicos de Pachacamac me dice que
una de las chapas de esa casa se había levantado, y cuando miré, se asomaron
tres cabecitas, niños chiquitos. Ahí me di cuenta de que las cosas difíciles que
se veían en el norte, no tienen ninguna diferencia con lo que nos pasa acá. Ningún
corazón puede soportar algo así", relata.
"Todo está atravesado por el mismo problema, el daño es
igual acá que en cualquier lugar. Y hoy es aún peor, en aquel momento detrás de
esos chicos salían sus padres, después sólo la madre y ahora, en muchos casos, están
solos. Son niños que no han tenido educación, pero no digo la educación como
contenido académico, sino educación en las cosas básicas de la vida. Decir
buenos días, gracias. Hay carencias desde los cimientos en estos chicos que es algo
muy profundo, porque tal vez son hijos de padres que tampoco han tenido ese
apoyo y acompañamiento".
Con el correr del relato, la pasión de Nicolás es
proporcional a su esperanza de que las cosas mejoren. "Yo no hablo de gobiernos
porque no me interesa, a quien le quepa el saco que se lo ponga y como nadie se
lo va a poner, no me interesa. Pero lo que sí sé es que nos falta un montón
para estar a la altura de las necesidades, todo debería agiornarse, pero para
bien. Lo que no evoluciona y se adapta, se extingue. Conozco muchas personas
grandes que con el tiempo no se han transformado en personas con experiencia,
sino en necios.
Por eso digo, cuando hablamos de bases sólidas, que es
muy importante el adulto que acompañe a ese niño o niña, y la pata de la escuela
que tiene que sembrar ese pensamiento crítico que es fundamental. Hay que enseñarle
a los chicos a pensar, para que no los capture una ideología, para no caer presos
de ser militante de tal o cual persona. Hay mostrarles que es necesario ser
militante de la vida y tener pensamiento crítico".
"De pronto queremos celebrar el Día del Niño o de las
Infancias, en una fecha y tenemos que ponernos a salir a buscar juguetes para
los niños que no tienen. ¿No nos podríamos poner a pensar en todo lo que esos
niños no tienen? Hoy te doy un juguete, pero ¿ayer comiste, fuiste a la escuela?
¿Pensamos en qué entorno viven esos niños o niñas? Por supuesto que no digo que
esté mal hacer colectas ni nada de eso, sino que todos los días hay que ir más
profundo.
Hay muchos niños grandes acá, que, si armamos un picadito
para jugar, primero te miran de costado y después se prenden, ríen, disfrutan.
Porque la edad se les paso, tal vez, no pudiendo ser niños", cuenta Nicolás
mientras espacio Nido se sigue habitando de profes y chicos y chicas del barrio
que concurren a distintas actividades deportivas, lúdicas y de apoyo escolar.
Para Nino, como lo llaman sus afectos, falta humanidad y
es ahí donde todo empeora, porque "sin humanidad los valores no están firmes y
se diluyen con las modas".
El niño que Nicolás lleva dentro, ya eligió su regalo
para el domingo. Es un presente que no se compra en ningún lugar, no se envuelve
con papel de colores ni tiene precio, pero sí, un profundo valor. "Lo que pediría
para el domingo, es eliminar la avenida, porque ese concepto de acá para allá,
lo que hace es dividir y no conocernos. Al no conocernos no nos respetamos y
nos prohibimos de conocer cosas hermosas que hay de este lado. Cosas que tengo
y pueden ser útiles para otro, pero como está del otro lado, me niego la
posibilidad de brindar una solución y el otro sigue con su necesidad. Las
avenidas separan, las rutas dividen y los fundamentalismos y fanatismos, destruyen."
Nicolás no sólo sueña con que las cosas cambien, sino que
trabaja por eso. "Acá hay futuro", dice. "A estos pibes hay que acompañarlos,
apapacharlos, brindarles posibilidades, ser puentes para ellos, pero con esto muy
claro, nadie puede dar lo que no tiene, pero fundamentalmente, nadie puede
pedir lo que no está dispuesto a dar".
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.