6 de julio de 2008
La ciudad amaneció diferente, sobre todo al norte de la Ruta Nacional 226. Desde hora muy temprana micros de diferentes ciudades del país, combis y autos particulares comenzaron a confluir hacia la zona de avenida Actis y Ugalde.
Muchos llegaron con las entradas adquiridas y otros fueron al único punto de venta en la ciudad, Invisible Instrumentos Musicales de Mitre entre 9 de Julio y Rodríguez, con el propósito de obtener el correspondiente ticket a un valor de 60 pesos. Pasado el mediodía se habilitó la venta en la zona de Darragueira y Actis.
La avenida Actis rápidamente fue convertida en peatonal por los fans del “Indio” Solari, que ataviados con remeras, gorros y banderas, al mejor estilo hinchada de fútbol, quemaban las horas previas al show.
Promediando la mañana el humo de los puestos de choripanes empezó a mezclarse con la densa niebla que acompañó toda la jornada del sábado.
Desde el tradicional choripán, hasta hamburguesas, chorizos a la pomarola y panchos se podían adquirir en la zona de Actis entre Ugalde y Darragueira.
A ello se deben sumar las numerosas parrillas y fogones improvisados en las veredas o en las propias calles. Leña, carne y vino eran una postal constante en las arterias Las Malvinas, Ugalde, Darragueira y calles aledañas.
En un determinado momento, funcionarios municipales tuvieron la intención de levantar los puestos de venta de comida, aunque la negativa de los puesteros y la probable reacción de la masa “ricotera” en defensa de los comerciantes, hizo que se desistiera del operativo sanitario, por lo que la calma no se vio alterada.
Un puestero que ofrecía remeras con la imagen del cantante y la fecha del 5 de julio en el Hipódromo de Tandil, señaló sin eufemismos “son chicos tranquilos. Vienen se comen un choripán, toman el tetra, escuchan el show y se vuelven a sus lugares de origen. Una sola los exaspera, es la presencia policial”.
“Cuando ven muchos policías se juntan y empiezan a arrojar todo tipo de proyectiles. Ha pasado en algunos recitales. Si se nota gran número de uniformados se vuelven locos. Si no ven ‘canas’ no pasa nada”, le contaba al cronista mientras ensayaba el grito “a 20 pesos la remera del Indio, a 20 pesos”.
Los campings también fueron el reflejo de la movida de fanáticos y los diversos hospedajes se vieron colmados por los visitantes que acudieron a la cita musical.
COMPARTE TU OPINION | DEJANOS UN COMENTARIO
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales.