27 de enero de 2008
Por Guillermo Liggerini
La parsimonia veraniega obliga a forzar asuntos y estirar polémicas que sólo revisten importancia ante la anodina quincena de enero que se transita. Un reconocido filósofo que de tanto en tanto se viste de periodista reflexionaba acerca del, entre comillas, sacrificado oficio de hombre de prensa que, contrariamente a lo que piensa el común de los mortales, le resulta más desgastante trabajar cuando no pasa nada que cuando la noticia se sucede con abrumadora y vertiginosa asiduidad.
“Es como vestir un muerto”, era la metáfora elegida por el escriba a la hora de graficar cuando debía hacerse un diario que tenía sus minutos contados. Ya estaba escrito que su futuro iba a resultar más perentorio de lo que naturalmente es. Por más maquillaje y ropaje que se imprimiera a la aventura de llenar las páginas, ese diario tenía destino letal, de una lectura tan fugaz como el encendido de una cerilla.
En medio de esa anorexia informativa, algunos se empecinan a torcer la historia ya escrita de asuntos repetidos y juzgados, hasta la nueva temporada estival. Desafiando escrituras no escritas pero concebidas casi como un mandamiento de redacción, que reza que en verano hay que hablar y escribir sobre lo que una minoría termina haciendo: vacacionar, algunos actores locales emprendieron más de una escena digna de destacar para ir llenando las páginas de enero, con la incertidumbre latente sobre si su vida útil servirán para archivar o simplemente pasarán a cumplir mejores funciones como envoltura de huevos frescos, cobertura de pisos ante posibles manchas de un pintor, o cortina de una vidriera a estrenar.
ARREMETIDA Y DESPUES
Como perro que torea la rueda de un auto en marcha, desde la Cámara Empresaria no se conformó con la “soberbia” disertación del contador Matías Civale, acerca del impuestazo lanzado, e insistieron en marcar terreno, subrayar vía solicitada sus enconos para con una medida inconsulta que afectará los bolsillos de sus representados.
Más aún, con signos de haber sido provocados (especialmente por el escrache sobre la evasión) no se quedaron en la sola discrepancia por los porcentajes de la alicuota a tener que afrontar, sino que se atrevieron a inmiscuirse en asuntos contundentemente políticos, que hace al rol emprendido por el oficialismo una vez recibida la unción del más del cincuenta por ciento de los tandilenses (entre ellos seguro los camaristas).
Ya se ha escrito acerca de la decisión política asumida y costeada por el lunghismo, que lejos está del discurso del pediatra una vez ratificado con el mayoritario voto popular. Aquello de que el contundente respaldo trae aparejado más responsabilidades y por ende demandaba ser más amplios y abarcativos a la hora de proyectar sus políticas, no se condice con la inconsulta de las medidas adoptadas.
La primera decisión, el presupuesto, lejos estuvo de la participación y cual seducidos y abandonados, desde el sector empresarial que representa la Cámara Empresaria se reaccionó, lejos de su conocida prudencia a la hora de plantarse sobre el mosaico del poder local.
Una vez más, lo que despierta curiosidad es la tardía repulsión. Una resistencia tan lenta como la que se repite todos los años con la feria de Semana Santa. Sin entorpecer demasiado a las intenciones lunghistas, se salió a demostrar ante sus asociados sus discrepancias sobre una competencia desleal, demostración que se repetirá todos los años como la misma feria de mercachifles.
Hasta qué punto resulta creíble esta postura confrontativa, sólo el curso del año servirá para responder. Cuánto hay de puesta en escena y cuánto de sangre joven que se permite discrepar, se corroborará en futuros encuentros que, indefectiblemente, se darán entre dos sectores de poder que hasta ayer se repartían complicidades, incluso unos y otros hicieron mucho para que ambos estuviesen donde hoy están.
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