26 de agosto de 2024
Miembros del Museo de Ciencias Naturales de Necochea relevaron el sitio El Picadero (Tandil), donde antiguas sociedades cazadoras-recolectoras se dedicaron a la obtención intensiva de rocas. La gran cantidad de desechos producidos por la talla y la tierra removida en excavaciones ininterrumpidas generó un singular paisaje de pozos y de "montañas".
Antiguos cazadores-recolectores de la región pampeana
explotaron a lo largo de 5.000 años, y hasta la llegada de los españoles, una
cantera o mina a cielo abierto en la zona de Tandil, produciendo un paisaje de
pozos y grandes "montañas" de desechos de rocas, según investigadores del
CONICET que integran el equipo del Área de Arqueología y Antropología del Museo
de Ciencias Naturales de Necochea. Esta actividad intensiva, anunciaron, tuvo
en la zona "una importancia simbólica y estética muy particular".
El estudio se realizó en El Picadero, un sitio con una
superficie equivalente a una cancha de fútbol cercano al paraje rural La
Numancia, unos 55 km al sur de la ciudad de Tandil. Y revela una dinámica de
explotación ininterrumpida de esa mina ancestral, sin precedente en el país,
así como ilumina aspectos de la cultura de los antiguos habitantes de la
región.
"Si bien ya se sabía que la zona había sido visitada por las
sociedades cazadoras y recolectoras para explotar sus materias primas durante
miles de años, fue sorprendente encontrar lugares en los que la gente organizó
tareas tan intensivas de extracción y procesamiento de rocas", explicaron a la
Agencia CyTA-Leloir Mariano Colombo, doctor en Antropología, y Celeste Weitzel,
doctora en Arqueología.
"Son los primeros registros que relatan una modificación
humana del paisaje tan marcada. Además, indican la existencia de técnicas,
herramientas, usos del cuerpo y aprendizajes muy específicos en relación con
las tareas de canteo, así como estadías prolongadas en los lugares y una
vinculación práctica y simbólica muy grande de las personas con las canteras y
los espacios serranos", agregaron.
El trabajo fue presentado en Comechingonia, Revista de
Arqueología, una destacada publicación científica de más de 40 años, vinculada
con la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
En el mundo existen registros de antiguos habitantes que
realizaron tareas de canteo y minerías muy complejas, tanto a cielo abierto
como en forma de galerías subterráneas, principalmente en Europa. En el
continente americano hay casos de más de 10.000 años de antigüedad en las que
se aprovecharon rocas que por sus características habrían sido muy especiales,
como la obsidiana (también conocida como "vidrio volcánico"), señaló Colombo.
En Argentina, hasta el momento, los únicos sitios de obtención de rocas que
muestran una intensidad semejante son los 13 que se encontraron en el centro
del sistema de Tandilia.
Pero El Picadero tiene características singulares por la
magnitud, extensión en el tiempo y complejidad de las tareas de extracción, que
se iniciaron recogiendo rocas de la superficie y siguió con la excavación de
galerías. Esto dio lugar a inmensos apilamientos de desechos de las piedras,
cuyas dimensiones exceden los 3.000 metros cuadrados en distintos sectores de
las laderas o cimas de los cerros.
"Los datos indican que las actividades de excavación para
extraer rocas se realizaron al menos desde el Holoceno medio (7.500 a 4.500
años atrás), momento en que el paisaje de la cantera se presentó ya plenamente
modificado, con pozos de extracción de 1,25 metros de profundidad respecto del
suelo actual y al menos 1,65 metros de la superficie original y, por tanto,
generando una alteración del terreno con ondulaciones mucho más marcadas de las
que se observa en la actualidad", informaron Colombo y Weitzel en la
publicación.
La principal materia prima buscada en El Picadero y en la
región eran ortocuarcitas, utilizadas por los pueblos cazadores y recolectores
para la confección de herramientas para realizar tareas cotidianas como cortar
plantas y carne, fabricar ropas, abrigos, refugios o armas de caza, apuntó
Weitzel. Sin embargo, por sus cualidades (color, brillo) estas rocas también
habrían tenido un "valor agregado" estético y simbólico, lo que justificó su
extracción reiterada e intensiva a lo largo de milenios.
La modificación del paisaje producida "no aparece, hasta el
momento, como causa de ningún cambio o modificación que impactara sobre el modo
de vida cazador-recolector. Más bien -concluyó el equipo de investigación-
parece indicar el aprovechamiento muy intensivo de un recurso vital y de una
importancia simbólica y estética muy particular. Así fue hasta el momento de la
conquista europea de los territorios, etapa en la que las sociedades cazadoras
y recolectoras pampeanas habían incrementado sus redes de interacción social a
medida que se tornaban más numerosas, territoriales y sedentarias".
Fuente: Agencia CyTA-Leloir.
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