1 de agosto de 2025
A 40 años de la promulgación de la Ley de Ejercicio Profesional, el Colegio de Psicólogos-Distrito VIII reflexiona sobre esa conquista fundamental y colectiva.
La Ley de Ejercicio Profesional de la Psicología (10306) cumple 40 años de su vigencia ininterrumpida, un hecho que, por peso propio, refleja la múltiple construcción previa que condujo a dar fuerza legal a prácticas y demandas que ya eran legítimas, resultado del reclamo colectivo que a lo largo y ancho del país se puso en marcha para otorgar a la psicología un rango profesional que carecía hasta entonces y que hoy ocupa el centro de las agendas de los 15 distritos que integran la Provincia, en relación a los desafíos para el futuro.
Con la recuperación de la democracia, se reabrieron las
universidades nacionales y restablecieron, de a poco, los trayectos académicos
en todas las facultades. La Lic. Ana Lía Pagadizábal es matriculada del Colegio
de Psicólogos de la Provincia-Distrito VIII y recuerda ese momento como una
apertura esperada y necesaria. "El golpe de Estado de marzo de 1976 instauró
una noche negra de la que costó mucho salir, aun cuando ya había retornado el
orden constitucional: los docentes que había tenido en la carrera de Psicología
de la Universidad Nacional de Mar del Plata se fueron reincorporando de a poco,
algunos de ellos volvían del exilio. Me reinscribí y retomé. Estudié y me
recibí, pero fueron años muy duros", recuerda.
Ana Lía Pagadizábal nació en Tandil. Cuando iba a la
escuela secundaria tuvo una materia que se llamaba Filosofía y Psicología: le
gustaba, pero no le llamaba demasiado la atención. La consideraba muy teórica,
quizá lejana de sus inquietudes de adolescente. Sin embargo, cuando comenzó la
carrera de Psicología "se le abrió la cabeza", subraya. "Nunca tuve dudas de
todo lo que se puede hacer desde la psicología", afirma.
A 40 años de la reglamentación de la Ley, ¿Cuál es su
percepción actual de aquella conquista?
Parece que el paso de los años ha ido naturalizando
algunas dinámicas y quehaceres de nuestra profesión, pero sigo sintiendo, como
entonces, la importancia radical que tuvo. Y más aún: ha transcurrido mucha
historia desde 1985 hasta nuestro presente, pero es fundamental rescatar el
trabajo previo que se hizo, el esfuerzo de los pioneros, los que estuvieron
luchando por la jerarquización de nuestra profesión, antes de la promulgación
de la ley: colegas que estudiaron y debatieron en muchos frentes para hacer
posible esa reglamentación.
Cuando digo historia no solo me refiero a la de los
psicólogos: en 1985 tuvimos la ley gracias a que volvimos a la democracia. Me
parece que hay que revalorizar ese momento particular de la historia argentina,
a la luz de las dificultades que tenemos en este momento donde parece que la
Constitución no existe. Fue por la recuperación de la democracia que pudimos
tener nuestra ley pero también por una larga historia de compromiso y visión de
muchos colegas y estudiantes de Psicología, convencidos de que teníamos que
convertirnos en profesionales independientes, que no podíamos seguir
dependiendo de otras disciplinas.
El año pasado, los colegios de los distritos de la
Provincia hicieron un homenaje en el campus universitario de Córdoba, al
cumplirse 50 años de un encuentro muy importante en el que, entre otras cosas,
se estableció el 13 de octubre como Día del Psicólogo. También el año pasado
fue muy potente el modo en que todo nuestro colectivo profesional se movilizó
en defensa de la universidad pública. Nos encontramos a pensar que teníamos
derechos y deberes en nuestra profesión porque nacimos a la profesión en una
universidad y un país que nos permite a todos recibirnos de lo que deseamos, un
hecho que nos distingue en todo el mundo y lo hemos podido corroborar quienes
nos hemos encontrado con colegas de otros países. Hoy, la carrera es mucho más
frondosa: hay otras necesidades, es otro país, pero las reivindicaciones
profesionales persisten.
Hay un legado vivo de esa historia pero también una gran
responsabilidad por el futuro...
Creo que sí, es lo que pasa en los entramados
institucionales vinculados a nuestra profesión. No conozco otro tipo de
organización profesional que el colegiado y estoy totalmente convencida de que
para que las instituciones cambien tenemos que implicarnos y trabajar, poner el
cuerpo.
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