1 de noviembre de 2025
No hay frase más imposible de refutar que aquella que dice que "no hay peor dolor que la muerte de un hijo". Tal vez, lo único que podría hacer esa realidad aún peor es el cómo. Y Claudia es un reflejo de eso. A ella le arrebataron la vida de su hijo. Lo buscó durante algunos días, lo encontró de la peor manera y ahora, siete años después sigue sobreviviendo con ese dolor, muchas preguntas y una única certeza, "Jorge no merecía morir así".
por
Lorena Medina y Florencia Pendas
Siete años pasaron de aquel 24 de octubre. Siete años de
los últimos mates compartidos, del último día de la madre juntos, de ese beso y
abrazo, con promesa de un "Hasta mañana ma". Siete años de esta nueva vida de
supervivencia de Claudia sin su hijo Jorge.
A Jorge lo mataron, acá en nuestra ciudad. Todos de una u
otra manera participamos de su búsqueda, a todos nos conmovió el caso de Jorge
Bustamante.
Los medios nacionales cubrieron la noticia, dispararon
versiones y les dieron voz a personajes repugnantes, mientras se buscaba a Jorge.
Siete años pasaron y aunque se supo quienes lo asesinaron
y enseguida los detuvieron, hay una familia que quedo en pausa. Una mamá que ya
nunca volverá a ser esa que fue "para mí fue ayer y así estoy, como me ves..."
Claudia, la mamá de Jorge recibió a La Lupa Random en su
casa, si bien se describe como una persona solitaria, reconoce que después de
lo que le paso a su hijo, le cuesta mucho todo, "ni siquiera sé cómo acepte que
vinieran a casa", nos dice; aunque admite que "siento que a Jorge le hubiera
gustado que hable con ustedes, a él le gustaba contar. Estoy segura de que, si
esto le pasaba a alguno de sus hermanos, él estaría acá hablando".
Nos sentamos en la mesa de la cocina a charlar, no repasamos
la cronología de los hechos, no es necesario más dolor, no estábamos ahí para
eso. "Los dos primeros años los pase encerrada, mis otros hijos venían a casa y
se preocupaban, me preguntaban porque no salía adelante. La casa era un caos,
tomaba medicación y un día dije "voy a salir", caminé, llegué hasta la esquina
y todos los días iba un poquito más lejos. Más de una vez pensé en que no tenía
que seguir acá, es un esfuerzo de todos los días convivir con este dolor",
cuenta Claudia, custodiada de cerca por una foto de Jorge y su enorme sonrisa.
A Claudia le duele la ausencia, por supuesto, pero la
atormenta todo lo demás. "El día de la madre estuvimos juntos, llevó a mamá a
dar unas vueltas al dique y antes me dijo que me prepare así nos íbamos un rato
al casino con su tío y la novia. Eso hicimos y cuando volvimos me despido de él
y me dice "que mami ¿no querés tomar otros mates conmigo? Y se quedó otro rato,
cuando se fue me abrazó, me besó y nunca más lo vi. Tengo millones de preguntas
que nunca van a tener respuestas. ¿Por qué paso?, ¿por qué a él? Mi cabeza se
imagina mil cosas y me duele mucho de qué manera hicieron esto. Pienso en que
Jorge estuvo sólo, que no pudo defenderse."
Repasa en su cabeza que le habrá querido decir Jorge en
esa última llamada que ella no llegó a responder. "El me llamo esa madrugada y
yo estaba durmiendo, pensar eso es terrible, nunca voy a saber si él se
confundió o si me quiso pedir ayuda. La verdad se la llevo Jorgito, todo se
llevó."
Todavía hoy a siete años, a Claudia le cuesta olvidarse
de algunas cosas, pero siente que Jorge todo el tiempo le pone enfrente a
personas que se lo recuerdan bien, y no sólo eso, sino que además, le permiten
seguir conociéndolo. "Es increíble, pero gente que ni me imagino, me lo trae. Él
dialogaba siempre mucho con todos, hasta con la gente que no lo conocía, yo no
sabía que hay tantas personas que tienen momentos con él. Es lindo que lo
recuerden, que no haya pasado como algo así nomás. A lo mejor estuvo en este
mundo para algo y recién ahora podemos, tal vez, darnos cuenta."
Por supuesto, Claudia ha hecho y hace de todo para salir
adelante. Desde participar en charlas, hasta terapias holísticas y aunque reconoce
que alguna la ha ayudado, también siente que "me cuesta mucho creer, he ido a
charlas y eso, pero es todo más de lo mismo, entiendo a los profesionales. Todo
el mundo me dice "tenés que ser feliz", pero hasta que no te pasa una cosa
semejante, no lo entendes. Yo ya no voy a ser lo feliz que era, disfruto de mis
hijos, de mis nietos, pero la felicidad completa no la tengo, ni la voy a
tener, me falta Jorge. Él era el que nos juntaba como familia, muy compañero
mío."
Y ante semejante realidad, pienso, ¿quién puede juzgarla
o mostrarle un manual de cómo sobrevivir?
Jorge era un joven de 25 años que estudiaba en la
facultad, practicaba natación, trabajaba, amaba viajar, había conocido México y
Brasil (en el viaje de egresados de la escuela Normal). Tenía un sueño que quería
cumplir por esos años, trabajar de guardavida en Europa porque una amiga le había
contado que se ganaba muy bien allá.
Y todo quedó ahí, trunco.
"Cuando voy a ver a Jorge, hablo con él, le pregunto
cosas. Voy al menos tres veces por semana y a veces también le pido fuerza, la ausencia
de un hijo te duele en el alma, siento que vivo por inercia. Hay días que me
cuesta mucho todo".
Claudia habla así de su hijo, muchas veces en presente,
en ocasiones se frena y se corrige. Nunca pronuncia la palabra cementerio, no
le gusta ni decirla, ni escucharla. Ella
va a "lo de Jorge" ahí siente que está y que lo encuentra.
Hace siete años que ya nada es como antes, Claudia ya no puede
apagar la luz para dormir porque le da pánico. "Cuando encontramos a Jorge
estaba tan oscuro ese lugar que a mí me quedo esa sensación horrible. A veces
lo intento, pero empiezo a sentir taquicardia".
La imagen de ese día quedo grabada en todos los sentidos
de Claudia, no la puede borrar. "No me afecta lo que se dijo en ese momento, yo
sé quién era mi hijo, me hace muy mal pensar en la manera en que lo mataron.
Jorge no se merecía esa muerte".
Cada tanto, Claudia y el papá de Jorge vuelven a la
justicia a preguntar "si esa gente sigue ahí, porque si bien tienen perpetua...uno
nunca sabe".
Ella tiene pendiente soñar a Jorge y es otra pregunta que
se hace "su hermano sueña mucho con él, le habla, le cuenta, le pregunta, lo
abraza y se despierta con la sensación del abrazo, son sueños muy vividos. A mí
no me pasa, no puedo soñar con él...no sé porque".
Para Claudia los años se pasan, así como algo más. Porque
sí, porque así tiene que ser. La rueda siguió girando, y ella acompaña ese movimiento
desde otro lugar.
Piensa en todo lo lindo que vivió con Jorge, resuenan en
sus oídos los "te quiero mucho o te amo mucho" tan particulares que le decía,
pero aún cuesta que eso le gane al enorme dolor de su ausencia.
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