22 de noviembre de 2025
Llegar a la vida antes de lo previsto. Pedrito Torres nació en la semana 30 y estuvo casi dos meses en el servicio de neonatología del Hospital Ramón Santamarina. Hoy ya en su casa disfruta de muchos mimos y estimulación. En la Semana de la Prematurez, su mamá Milagros le contó su historia a La Lupa Random.
por
Lorena Medina y Florencia Pendas
No hay obra más perfecta de la naturaleza que la vida.
Cada etapa, cada transformación del cuerpo, todo es perfecto. Y también están los
tiempos, que, aunque naturalmente perfectos, muchas veces se alteran. Después
de la frase "vas a ser mamá" se abre un enorme abanico de posibilidades,
probablemente impensadas hasta ese momento. Casi 40 semanas por delante en las
que, mientras ese bebe se gesta, una mamá y una familia imaginan, sueñan, proyectan.
Así lo vivieron Milagros y Carlos, cuando se enteraron de
que se agrandaba la familia. A ese bebito lo esperaban junto a sus hermanos Ceferino de 4 y Melody de 15 años. Mamá trabajando en un comercio céntrico y papá alternando entre
trabajo y su amor por los caballos.
Mili tenia controles un poco más exhaustivos porque en su
embarazo anterior, tuvo presión alta en la semana 39. Todo venía perfecto con
este nuevo bebé, hasta que en la semana 30 de gestación los médicos le comunicaron
a la familia que Pedrito debía nacer. "No nos dieron alternativa, estaba en
riesgo mi vida y la de él, la placenta había dejado de funcionar de modo que
Pedro no iba a seguir creciendo".
La fecha probable de parto era 23 de agosto, faltaban dos
meses aún y el 23 de junio, Pedro nació con 1200 gramos. "La inyección para el
desarrollo pulmonar no hizo efecto, así que nació como pudo pobre hijo. Cuando salió
de la panza, hizo un llantito que nos tranquilizó porque el panorama era muy
complejo. Lo apoyaron en mi pecho, y después, directo a la Neo, donde lo
tuvieron que intubar porque la función pulmonar no era buena y no podía resistir
solito", cuenta Milagros mientras Pedrito duerme tranquilo en su cochecito y succiona
el chupete.
Así irrumpió en la vida de esta familia el pequeño
integrante, que trajo dudas, miedos, aprendizaje y mucho amor.
"Fueron 56 días de internación, los primeros muy
complicados, la doctora Marilina Osinaga era la que nos daba los partes todas
las mañanas y después me quedaba todo el día hasta las 23. Mientras tanto mi
pareja trabajaba y mi otro hijo lo cuidaba la abuela, es difícil, pero Pedrito
necesitaba que estemos ahí, sentir nuestra presencia, apoyarlo desde afuera",
dice Mili.
"Pedro estuvo una semana intubado, en ese tiempo sólo podíamos
meter la mano por los agujeros de la incubadora, por momentos, porque era
riesgoso que perdiera temperatura, él todavía no podía regularla sólo. Es muy difícil
porque no podés hacer otra cosa más que mirarlo, estar ahí".
Pedro nació por cesárea y la mama estuvo algunos días internada
en el hospital así que iba y venía desde la habitación, pero un día llegó su
alta, y con ella, la sensación de volver a casa con las manos vacías. "Es horrible,
trataba de pensar que la neo, era en el único lugar en el que él necesitaba estar,
pero la angustia de no tenerlo con nosotros, por supuesto la sentía. Tenía que
explicarle a sus hermanos porqué Pedrito tenía que estar internado y muchas
veces sacar fuerzas de donde no hay para que nos vean mal. No quería empeorar
más las cosas. Era dolorosísimo estar en casa sin Pedrito, lo bueno de esto era
que estaba en el hospi, yo me iba súper tranquila en ese sentido porque no sólo
estaban en lo médico y la asistencia, sino también en todo lo humano. Los cuidan
los contienen, los miman", dice esta joven mamá con los ojos llenos de
lágrimas.
El bebé iba teniendo progresos, de a poquito pero para adelante, así que un día, lo extubaron y quedo con una cánula de aire como soporte. Ese día todo cambio y Mili y Carlos se convirtieron en papas canguro. "Pude tenerlo a upa, darle calor...es una tranquilidad tenerlo así. El papa también lo ponía adentro de la camisa. Médicos y enfermeras nos contaban de la importancia que tiene esta práctica en la mejoría de los bebés y a nosotros también nos cambió, ya podíamos hacer algo más por él...abrazarlo", cuenta mientras desde el cochecito su hijo se despierta, muestra sos ojos enormes y se ríe.
Pedro está cumpliendo cinco meses de nacido, pero en
realidad tiene tres a veces es confuso, pero así es. Él tiene dos edades la de
nacido y la corregida, que empieza a contar desde el momento en el que debía haber
nacido.
Así es la vida de los bebes prematuros, maduran fuera de
la panza, sobreviven día a día. Y volviendo a la obra perfecta a la que hacía mención
al comienzo, un bebe prematuro tal vez sea la imagen más acertada para dimensionar
la inmensidad de dos cosas que parecen tan opuestas: fortaleza y fragilidad.
"Pedro me mostró la importancia de tener paciencia, que
los tiempos no son como uno quiere y a disfrutar el día a día. Si bien tanto mi
pareja como yo tenemos otros hijos, Pedrito nos está enseñando otro tipo de
maternidad y paternidad, éramos más relajados. La estimulación temprana, lo
mismo, nunca me hubiera imaginado la importancia de tirarnos en el piso a jugar
con un bebe tan chiquito, y ahora hasta la abuela tiene su casa preparada para estar
en el suelo jugando con él".
Con cada bebe nace una madre nueva, es una transformación
de una misma. Hay cosas hermosas de la maternidad para también hay otras
dolorosas, muy dolorosas.
Muchas veces se habla de la maternidad con cierto romanticismo,
en algunos discursos pareciera que si tenés una cesárea o no das la teta sos
menos madre, sin pensar en que muchas veces no es una decisión. "Me costó mucho eso, con mi hijo más grande
naturalmente lo amamanté hasta los dos años, y con Pedrito no pude. El estrés,
los riesgos, a pesar de estimularme y hacer todo lo que me decían, tomar agua,
por ejemplo. Me volví loca esos dos meses intentando, y no pude. Para él era un
esfuerzo enorme tomar la teta y lo poco que tenía, no lo alimentaba. Cuando me
dijeron que tenía que empezar a darle fórmula, llore tres días seguidos...me sentía
menos madre. Primero pensar que ni siquiera había podido ser ese hogarcito en el
que se formara durante nueve meses. No lo pude alimentar en la panza, no lo
pude alimentar cuando nació. Pero ahí me acompañaron mucho, porque es
inevitable el sentimiento de culpa. Por su puesto que los médicos valoran mucho
la leche materna, pero en este caso lo mejor era la fórmula y listo, "no pasa
nada", me dijeron."
Pedrito es el centro de todas las miradas en la familia,
y hoy en retrospectiva cuentan la historia de lo vivido, con la felicidad de
tenerlo en casa. Poder cuidarlo, abrazarlo, atenderlo es todo lo que una
familia necesita, ver a sus hijos crecer.
En la semana de la Prematurez y en la historia de Pedro,
se reconoce, a esas mamás que como Milagros respiran hondo y tragan culpa para
salir adelante, pero también a todos los profesionales que no sólo tienen un
paciente, sino que además contienen a toda la familia de ese bebe que día a día
sacan adelante. Las Neos son una cueva de amor en su máxima expresión.
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