10 de septiembre de 2025
Anabela Rodríguez, Eugenia Melisa Martínez y Gisel Orsini, tres de las beneficiarias del Programa de autoconstrucción de viviendas, compartieron sus experiencias con LA VOZ DE TANDIL.
En un contexto de falta de vivienda, estas mujeres no solo lograron su objetivo, sino que también demostraron la fuerza de la organización y el trabajo conjunto.
El camino hacia la casa propia fue "bastante duro, pero
con emoción. Para muchas, el programa fue una oportunidad inesperada "yo
me anoté gracias a mi tía porque no sabía, no estaba ni enterada del programa, siempre
teniendo como fin que era nuestra casa, que nadie nos la iba a quitar, el techo
para nuestros hijos", mencionó Anabela.
El trabajo de albañilería, una tarea inicialmente
desconocida para muchas, se convirtió en una constante de aprendizaje. "el
trabajo de albañilería es bravo y no saber, también se hace el doble. Después
vas aprendiendo muchas cosas, que después te sirven para el resto de tu vida. El
proceso fue hermoso". Las participantes destacaron la importancia de la
organización "trabajamos mucho para ponernos de acuerdo todos, saber qué
tarea íbamos a hacer todos los días, organizarnos, dividirnos el trabajo",
agregaron.
Un pilar fundamental fue el apoyo de profesionales y las
cuadrillas, quienes no solo capacitaron, sino que también brindaron un
acompañamiento humano. "Yo siempre recalco y agradezco siempre las dos
cuadrillas que nos han ayudado, yo digo más allá de ser nuestros capacitadores
como personas nos han ayudado un montón. Esta convivencia generó lazos fuertes,
acá pasamos muchas horas juntos y yo digo de acá salimos todos familias".
La gestión del tiempo fue otro gran desafío, sobre todo
porque además del proceso de autoconstrucción debían cumplir con sus trabajos
particulares y/o tareas de cuidado, "yo al principio venía lunes,
miércoles y viernes. Yo siempre agradezco a las chicas que están en Espacio
Nido, que fueron muy importantes para las que tenemos chicos y muchas veces no
teníamos con quien dejarlos y ellas los cuidaban". Eugenia ejemplificó el
esfuerzo "yo trabajo de tarde siempre, y venía de mañana" y Gisel agregó
"yo lo primero cuando arranqué, trabajaba de 9 a 13, así que venía a las 7
de la mañana y me iba a las 8:30, pasaba justo por mi casa, me bañaba porque
era en verano y de ahí me iba a trabajar".
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