19 de octubre de 2025
Como si hubiera transformado la tristeza en energía positiva. Así salió Boca a acorralar a Belgrano desde le comienzo del partido. Pasado el homenaje a Miguel Russo, el local se tiró encima sobre el arco de Thiago Cardozo. Y antes del minuto Miguel Merentiel lo tuvo bajo el arco. Boca hizo el gasto, en definitiva. Porque todo el partido fue así. Pero celebró Belgrano. Que lo ganó por un penal y un gol en contra de Paredes. Así es el fútbol.
Fue un inidicio de lo que iba a ser ese primer tiempo que dominó el conjunto ahora de Claudio Ubeda. Belgrano, en clara actitud más pasiva, quiso ver hasta dónde podía llegar el dueño de casa. Y jugó a soportar ese vendaval del comienzo. Y aguantó. Porque Boca siguió yendo con la misma actitud durante todo el primer capítulo y la Fiera Merentiel siguió contando con buenas oportunidades y el arqueo Cardozo mostrando sus virtudes.
Otra vez, como en los últimos partidos del Xeneize, la dupla de volantes centrales copó el medio. Cada vez más afianzada desde la llegada de Leandro Paredes, la dupla que integran junto Rodrigo Battagli,le da el equilibrio que buscaba hace rato. Pero le falta en ofensiva. Falla a la hora de la puntada final y termina pagando caro eso.
Le pasó en el arranque del complemento. Cuando, tras la revisión de Pablo Dóvalo en la panatalla del VAR, (se vio claramente como Lautaro Di Llolo lo pisó el área a Lucas Passerini) dio penal para el Pirata. El propio Passerini marcó el 1-0. Hasta allí, Belgrano había pateado una sola vez (y de lejos) contra el arco de Marchesín.
Un minuto después llegó el gol en contra de Paredes. Increíble. El crack quiso despejar un centro y la clavó en un ángulo del arco de Marchesín. Era la segunda llegada clara del Pirata.
Boca no se dio por vencido. Entró el Changuito Zeballos y el relegado puntero, en la primera que tocó, marcó el descuento. Fue un golazo y el partido se abrió en los últimos minutos.
El final fue tremendo. Dóvalo adicionó nueve. Giménez estrelló un cabezazo en el travesaño cuando se jugaban 49 minutos. Y terminó acorralando a su rival, como había empezado. Pero no pudo. Y la sonrisa fue cordobesa, nomás.
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