23 de diciembre de 2025
En el país, cada 4 días muere un niño por ahogamiento y el 65% de esas víctimas fatales son menores de 5 años. La prevención es la clave para evitar accidentes en piletas o cualquier otro espejo de agua y se practica desde 4 criterios claves.
Por eso, desde el Sistema Integrado de Salud Pública del Municipio el doctor Franco D'Agostino, pediatra y especialista en Terapia Intensiva del Hospital de Niños "Dr. Debilio Blanco Villegas" brindó una serie de recomendaciones importantes.
"El ahogamiento es silencioso: un niño que se está ahogando
tiene colapsada la vía aérea, no puede gritar pidiendo ayuda...nadie se entera.
Por esa razón es fundamental atender a todas las medidas de prevención",
subrayó.
Los 4 pasos de la
prevención
-Supervisión: siempre tiene que haber un adulto responsable,
designado para mirar con atención a una distancia no mayor de 1 metro que le
permita llegar con el brazo hasta el niño, si detecta que está en problemas.
Nunca la supervisión debe quedar en manos de otros niños: tiene que ser un
adulto dispuesto a arrojarse al agua si hay que rescatar a alguien que no la
está pasando bien o con riesgo de sumergirse.
-Educación: enseñanza progresiva de habilidades acuáticas
desde temprana edad (autorizada desde los 3 meses).
-RCP: práctica de reanimación fundamental para definir el
pronóstico de una persona que se encuentra flotando boca abajo o sumergida. Las
personas a cargo -ya sea en los domicilios, instituciones educativas o clubes-
deben conocer las maniobras de RCP (reanimación cardiopulmonar). Si un adulto
responsable realiza maniobras de reanimación en el borde de la pileta, las
posibilidades de sobrevida sin secuelas aumentan muchísimo. Cuanto más tiempo
se pierde, peor es el panorama de recuperación.
-Uso de dispositivos adecuados y homologados: chalecos
salvavidas adecuados para el peso y la edad.
"También es necesario tomar recaudos para convertir a la
pileta en un ambiente seguro para la familia, como la colocación de cercas (con
traba para adultos) que impidan el fácil acceso; evitar que queden objetos que
los chicos puedan usar como trampolines, fuentones o piletitas inflables llenas
en medio del patio y utilizar pisos antideslizantes alrededor de la pileta",
amplía el médico.
-¿Qué podemos hacer
si encontramos un niño flotando boca abajo o sumergido en la pileta?
-Si es posible, sacarlo inmediatamente del agua. Apoyarlo
sobre el piso y llamar inmediatamente al 107.
En nuestra ciudad, toda la red de Centros de Salud Comunitarios también
está en condiciones de recibir este tipo de contingencia, en caso de
encontramos cerca de algunos de ellos. Si estamos solos, se usa el celular en
modo manos libres y mientras se habla también se observa si el niño respira o
no respira. Si respira, se le mueve el tórax, llora o tose, se lo puede incorporar
y secar, tratando de calmarlo mientras llega la ambulancia. Si el niño no
responde, está inconsciente y no se mueve el tórax, inmediatamente se comienza
con las maniobras de RCP: ventilaciones en la boca -levantando levemente el
mentón para enderezar la vía aérea- cinco insuflaciones por la boca separadas
por dos segundos, calzando la cabeza sobre el antebrazo para empezar a oxigenar
el pulmón.
Se aplica un masaje cardíaco (presionando sobre la parte
ósea del pecho) y ventilación boca a boca -30 compresiones, dos respiraciones.
Si empieza a toser, intentamos ponerlo de costado para desagotar y largar el
agua.
Tres niveles de
vulnerabilidad
Los riesgos en los chicos están vinculados a su edad y
pueden distinguirse tres niveles de vulnerabilidad:
· en menores de
1 año dependen exclusivamente de sus cuidadores pero pueden ahogarse
rápidamente con poca cantidad de agua si, por un descuido, acceden a baldes,
tachos, inodoros, bañeras, estanques o se caen a pozos, zanjas y espacios con
más de 5 cm de agua.
· En menores de
5 años, el mayor riesgo se encuentra en piletas o espacios con agua cercanos a
los domicilios y en niños más grandes y adolescentes, en extensas masas de agua
como cavas, ríos, arroyos, lagos o mares.
· En los adolescentes,
los ahogamientos suelen ser resultado de una combinación de mucha confianza en
las habilidades para nadar con la subestimación del riesgo de situaciones
peligrosas cerca del agua, sobre todo si hubo consumo de sustancias (alcohol o
drogas).
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